Los materiales publicados en este número sugieren un breve aislamiento del caos, conducen a lugares (materiales o metafóricos) que brindan sosiego. Los poemas "Luna" y "Cielo despejado", escritos por Sasil Sánchez, arrojan luz al origen, a los ancestros que reverberan cuando miramos con profundidad dentro de nosotros. En "Alaska", cuento de Melinna Guerrero, un grupo de mujeres comparte los secretos que definen sus vidas. El deseo y, de vez en cuando, el amor son experiencias que las unen en esa especie de cofradía situada al fondo de la tienda donde trabajan. "Sentarse sin hacer nada" es un ejercicio por recordar acontecimientos importantes de la cotidianidad, ligados a los libros que la autora, Sabina Orozco, consultaba en la Biblioteca Vasconcelos. Andrea Muriel traduce un poema de Kim Addonizio: una suerte de renuncia al mundo exterior de manera momentánea para instalarnos en la comodidad de la cama y lanzarnos a una serie de reflexiones que sólo pueden surgir en ese cuarto. Así, nace un microcosmos que atrae en ocasiones por su ternura y, en otras, por su crueldad. Iurhi Peña, desde la expresión gráfica, traza las pautas de un aprendizaje gracias a la exploración que ofrecen las creaciones de los demás.
Las jóvenes voces que colaboran en esta edición coinciden al referir vínculos, ya sean literarios, familiares o afectivos. Abren la puerta a quienes deseen leer y habitar esos lugares determinados por la confianza.
Como una figura mayor de las letras mexicanas ha llegado Eduardo Lizalde a las nueve décadas de vida. Con una trayectoria señalada por la pasión, la inteligencia y el rigor formal, Eduardo Lizalde se ha adentrado prácticamente en todas las provincias de la creación literaria. Sus aportaciones a la lírica lo han colocado en la estricta nómina en que figuran las más altas voces de la literatura mexicana, como Ramón López Velarde, Octavio Paz y Rubén Bonifaz Nuño. Desde Cada cosa es Babel, la primera obra mayor de Lizalde, pasando por dos libros fundamentales como El tigre en la casa y La zorra enferma, hasta Tercera Tenochtitlán y Algaida, Lizalde ha creado un perfil distintivo, un acercamiento irrepetible a la manifestación poética. Fuerte, precisa, radiante en pasiones y jamás tocada por la tentación de la impostura o el titubeo, la voz lírica de Lizalde es un placer fulgurante para sus primeros lectores y un redescubrimiento siempre lleno de gratificaciones para quien vuelve a visitar sus páginas.
Pero no sólo de poesía viven los lectores de Lizalde. También ha entregado nuestro autor creaciones en los campos de la narrativa, el ensayo, la traducción y la escritura memorialística. Tan sólo para mencionar algunos ejemplos: es autor Lizalde de una novela, Siglo de un día, que con desobediencia irónica se apropia de la narrativa de la Revolución mexicana. De igual modo, sus dos tomos de Tablero de divagaciones son un gozoso repositorio de sorpresas intelectuales y vivenciales. Y su Autobiografía de un fracaso es un sincero y exigente recorrido por las eras juveniles del autor, entre la pasión política y una empresa lírica que no prosperó, el poeticismo.
Eso, y mucho más, debe la cultura mexicana a Eduardo Lizalde, quien —no olvidemos— durante muchos años condujo los destinos de esta revista Biblioteca de México, que hoy reconoce agradecida su generosidad, entrega y diligencia. Este número es un convite para realizar desde la lectura una de las travesías más satisfactorias que ofrecen las letras mexicanas: el plural continente literario que es la obra de Eduardo Lizalde.

Breves asedios a la casa del tigre
Octavio Paz, Juan Gelman, Juan Manuel Roca, Eduardo Hurtado, José María Espinasa, Fabienne Bradu, Manuel Yrízar
Mi otra yo - cuento
Acervo de cómics e historietas de la Biblioteca Vasconcelos
Libros en su tinta
Psicopatia sexual de V. Krafft-Ebing
Revista Biblioteca de México 174
Lengua de Señas Mexicana
Palabras relacionadas con Cómics
Revista Biblioteca de México 174
Lengua de Señas Mexicana
Personajes de Cómics
Mátrix Móvil