Un destierro
Breve fotobiografía
de Elena Garro
MIGRACIONES CULTURALES
Por Betty Bitter Bow   |    Junio de 2024
No sé si les ha pasado que se sienten como perdidos en el mundo, sin nada dónde apoyarse. Yo me sentía así…
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Los primeros años de la vida de Elena anunciaban ya un sino trashumante. Nació en Puebla (1916), una ciudad en el este central del país, con una catedral renacentista de altos campanarios y clima subhúmedo de montaña; pero pasó su infancia en Iguala, Guerrero, y ese lugar se convirtió en su imagen del paraíso. Apenas entró a la adolescencia, su familia ya se había instalado en la ciudad de México. “Cuando era jovencita soñé que iba subiendo una colina de la mano de mis primas, y todas íbamos vestidas como de organdí, así… muy monas. Llegábamos a lo alto de la colina, y ahí estaba una mesita y un cura, y decían ‘Es que te vas a casar’, y yo decía ‘Ay, no, no me quiero casar’, y decían ‘Sí, aquí está tu novio’, y me volvía yo y era un burro.”
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En 1937 se casó a escondidas con Octavio Paz. Iba caminando con sus libros en brazos a la clase de Latín y, entre una cosa y otra, de pronto se vio frente a un juez que le ordenó que se pusiera de pie porque se estaba casando y, a continuación, lo escuchó leer la epístola de Melchor Ocampo. “Ni siquiera me quería casar.” “Yo por lo único que me casaría, sería para tomar café con leche. Porque en la casa no nos daban café con leche, nos daban avena… Y mi papá se tomaba unas tazas de café todas perfumadas…” “Yo empecé a desayunar café con leche cuando me casé.”
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El viaje que hizo a España en 1937 con Octavio Paz fue el inicio de una errancia de muchos capítulos que terminaría hasta principios de los años 90, cuando volvió a México luego de su exilio. Con Paz vivió una temporada en París, en un apartamento de la avenida Víctor Hugo; en esa ciudad fue donde conoció a Bioy Casares, con quien tuvo un romance epistolar que duraría casi dos décadas. Las actividades diplomáticas de Paz llevaron a la pareja a establecerse en distintas ciudades europeas y, luego de unos meses en Japón, volvieron a México. “Empecé a escribir porque… estaba en Berna… muy enferma y me empecé a acordar de mi infancia. Y entonces escribí Los recuerdos del porvenir.”
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Luego de 22 años de matrimonio, Elena se divorció en 1959; su hija Helena, que ya era mayor de edad, se quedó a vivir con ella. El periodo que siguió a su separación fue muy productivo. Alguna vez trató de destruir el manuscrito de Los recuerdos del porvenir: “La quería quemar, la puse sobre la estufa, pero Helena y Paco, su primo, me la quitaron, y Helena corrió y se encerró en su cuarto con la novela”.
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El tercer capítulo de su errancia comenzó en 1972, cuando, a raíz del convulso entorno político y social que dejaron los acontecimientos del 68, Elena Garro y Helena Paz se vieron obligadas a huir de México. A partir de entonces, comenzó un periplo que duraría casi dos décadas, en las que la escritora y su hija vivieron entre Estados Unidos, España y Francia. “Perdí mi casa, salí de mi casa un día y ya nunca volví.” Todos esos años se refugió en la escritura y dio forma a gran parte de su obra. “No sé si les ha pasado que se sienten como perdidos en el mundo, sin nada dónde apoyarse. Yo me sentía así…” Mientras en México su nombre se desvaía poco a poco, en el extranjero Elena escribía Andamos huyendo, Lola (1980), Reencuentro de personajes (1982), La casa junto al río (1983), Y Matarazo no llamó… (1991), Busca mi esquela y Primer amor (1996).
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“Yo pensaba nunca volver, nunca.” En 1991, Elena regresó a México. Todo había cambiado. Llegó a vivir a Cuernavaca, aunque no logró adaptarse del todo, el calor de esa ciudad la deprimía. O quizá ella regresó, pero su corazón ya había emigrado para siempre. “Si pudiera, le echaba un borrón a toda mi vida, ¿no ves que no he hecho más que tarugadas?” Murió en 1998. Tal vez nunca lleguemos a saber quién fue realmente Elena, el misterio ha testado demasiados pasajes de su vida, lo que sí está claro es que el mito que dejó tras ella cobra mayor fascinación con el paso del tiempo. Alguna vez dijo que le hubiera gustado ser un gato: “Oye, porque si fuera gato… o perro…, trataría muy mal a los humanos; el humano que se me acercara…, un zarpazo o un mordisco que le llevara media nalga…”
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Para conocer más de la personalidad de Elena Garro, puedes dar clic aquí, hacia una viñeta literaria de su estancia en París a principios de los años 60.
· La novela que se menciona en la fotobiografía SE ENCUENTRA DISPONIBLE en el Fondo José Luis Martínez, en varias ediciones: Elena Garro, Los recuerdos del porvenir, Conaculta/Planeta, México, 1999; SEP/Joaquín Mortiz, 1985; Joaquín Mortiz, México, 1977.
· También puedes leerla en el Fondo Antonio Castro Leal, el Fondo Carlos Monsiváis, el Fondo Alí Chumacero y el Fondo José Luis Martínez, en una edición anterior: Elena Garro, Los recuerdos del porvenir, Joaquín Mortiz, México, 1963.
· Los diálogos están tomados de: José Antonio Cordero y Conaculta/Imcine/Centro de Capacitación Cinematográfica/SEP, 2002. La cuarta casa, un retrato de Elena Garro [documental].
· Las fotos están tomadas de internet; créditos a quien corresponda.
Cuentista y periodista cultural, BETTY BITTER BOW es jefa de Redacción en la revista Biblioteca de México: De Ciudadela a Vasconcelos.