Portada del texto 'IA: Intuición Artificial' por Ena María
Imagen: IA

Intuición Artificial

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Redimensionar el imaginario

Por Ena María   |    Marzo de 2025

Ni siquiera hablando de IA dejamos de hablar de lo humano.


Uno de los temas que acaparan la atención en los más recientes debates sobre el futuro de la literatura es la relación entre autores e inteligencias artificiales; una supuesta superioridad de estos sistemas de lenguaje frente al trabajo humano, tanto en el campo artístico como en un ámbito más comercial. Incluso hay libros cuya trama gira en torno a las numerosas especulaciones acerca de lo que se pintaba como el fin de una era: arte especulando sobre arte.

En esta coyuntura, es natural preguntarse con qué puede alguien rastrear los tópicos más influyentes de una tradición literaria que pertenece a una cultura del todo ajena; con qué lograr reconstruir todas las sutilidades o gravedades determinantes que justifiquen los criterios estéticos postulados por dichas literaturas sin ser parte de la cultura productora; cómo abordar una tradición literaria desde una posición extranjera; cómo, en fin, rastrear experiencias humanas en lo que semeja algo inerte e inabarcable si no es con la intuición. La intuición como aquel eterno faro de lo humano. Lo dice Santiago de Molina en su ensayo En defensa de la intuición (2011):

La intuición adivina con base en experiencias previas, caminos posibles, vías muertas, soluciones latentes y nuevas razones por venir... La intuición, por vieja y resabiada, es también maniática y viciosa, y debe revitalizarse y cultivarse. Tomar conciencia de su potencialidad como herramienta, favorecerla y escucharla, produce frutos innegables. Sus resultados siguen siendo su perpetua defensa.

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School Girl, primera novela de Rie Kudan nominada al Premio Akutagawa.

Si podemos hablar de un suceso reciente que ha redefinido el panorama literario global y puesto en crisis los criterios que suelen aplicarse a la figura del autor, es la declaración que hizo Rie Kudan luego de ser galardonada con el Premio Akutagawa, el más prestigioso de las letras niponas, en enero de 2024, por su novela La torre de la simpatía de Tokio. En su discurso de aceptación dijo que había usado ChatGPT para la escritura de algunos diálogos. Lejos de emplearlo como calca para una estructura narrativa, la autora explicó que le había permitido explorar su potencial creativo y que, en todo caso, le resultó una herramienta útil después de ahondar en sus debilidades e identificar las formas posibles de afrontarlas. ¿Realmente la IA es capaz de encauzar el potencial de escribir o es sólo un caudal de información que requiere intervención constante?

Indagar cómo se pueden expandir las narrativas tradicionales a partir de la interacción de humanos e IA, dando lugar a un vínculo colaborativo en el terreno literario, plantea una serie de interrogantes respecto a la naturaleza de la autoría y el arte. Viejos paradigmas que discuten la figura del autor y la primacía o dilución del individuo en una obra, es decir, aquello que Roland Barthes ya ponderaba en el debate literario en 1967. Pero, sean dioses o autores, aquello que la humanidad mató que la IA no lo reviva.

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Roland Barthes. Foto: tomada de internet

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Rie Kudan. Foto: tomada de internet

Sabemos que el arte es definido a partir del reconocimiento humano mutuo, aquello de nosotros mismos que intuimos en el otro. Si no encontramos ecos de nuestra experiencia humana en lo que se nos ofrece, no reconocemos arte. Por ello, al admitir este tipo de relación IA-autor en sistemas literarios es posible poner en tela de juicio los fundamentos sobre los cuales se erige la autoría sin necesariamente cuestionar el resultado final o la calidad que la obra literaria encarna. Un suceso es ineludible: con la ayuda de ChatGPT se generó un texto útil y operante al interior de una novela.

¿Dónde empieza el dominio de la herramienta y dónde termina el dominio de lo humano?

El autor es autor por aquello que el lector encuentra en el texto que confronta, Rie es autora por cómo manipuló un sistema de lenguaje generativo para complementar una novela que le valió el premio literario de mayor renombre en Japón. Pensando en Rie Kudan, por la forma en que encauzó la herramienta, la autora no es sólo la creadora de la novela, también es quien dirige a la inteligencia artificial hacia un texto literario que logra comunicarse con los lectores de manera profunda y significativa.

En esta relación en que los autores se valen de los sistemas de lenguaje para crear una obra de arte que se sostiene de palabras, ¿dónde empieza el dominio de la herramienta y dónde termina el dominio de lo humano?

No en vano existen manuales para aprender a usar las IA de lenguaje natural generativo, como ChatGPT o Gemini, que explican de lo general a lo particular cómo es que estos chatbots pueden ser manipulados con los comandos que se ingresen, en este caso, desde el idioma en que son consultados hasta el tipo y el orden de palabras que se emplean.

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Foto: Micha Klootwijk

De esta forma, siendo una herramienta que obedece instrucciones proporcionadas por el usuario, existen formas óptimas para interactuar con IA generativas. Son procedimientos y fórmulas específicas de estructurar las consultas, según los resultados deseados, y pueden arrojar textos coherentes y funcionales, pero siempre sujetos a la database con que la IA haya sido entrenada y alimentada. La IA no es, entonces, una identidad autónoma que genere conocimiento por sí misma.

ChatGPT proporciona un ejemplo de las limitaciones de este tipo de IA, un hecho aparentemente simple e inocente, y es que al ser consultado sobre el autor contemporáneo más representativo de la literatura japonesa, arroja como primera respuesta a Haruki Murakami, la cual es invariable si la consulta se hace en inglés, español o japonés.

El problema no es que la IA proporcione como primera y única opción a Murakami, sino que después del caso Rie Kudan y en un momento crucial en que Japón atraviesa un auge de literatura escrita por mujeres, no visto en la historia japonesa desde la era Heian, la IA postula a un autor masculino conocido sobre todo fuera de Japón. Murakami es exitoso en países angloparlantes debido a que su narrativa suele estar pensada para una recepción primordialmente occidental; eso lo ha llevado a desvirtuar muchos tópicos, criterios y valores estéticos pertenecientes a la tradición japonesa, los occidentaliza en pro de mayores ventas en el extranjero. Estas características de sus obras le han valido el desprecio de la crítica y la indiferencia de la mayoría de los lectores nipones.

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Foto: Nongnuch Leelaphasuk

Esta respuesta de ChatGPT tiene implicaciones importantes para los usuarios que buscan información sobre el mapa literario de Japón, ya que evidencia sesgos que dan una idea incompleta y distorsionada de lo que la literatura nipona contemporánea realmente abarca. Ignora de forma deliberada a las autoras multipremiadas que son un éxito editorial en su país, como Yukiko Motoya, Natsuo Kirino, Yoko Ogawa, Hiromi Kawakami, Mitsuyo Kakuta, la propia Rie Kudan, entre muchas otras.

En un contexto tan específico como el auge escriturario de las mujeres en el Japón de hoy, ChatGPT no es capaz de identificar cuáles son estos sesgos culturales que se vacían en su corpus ni de proporcionar información más allá de eso. Lo anterior se traduce en la absoluta incapacidad de explicar un engranaje literario tan intrincado como el de la actualidad en Japón, que no es posible asir sin la revisión y comprensión de su historia, teniendo en cuenta los criterios estéticos y filosóficos, totalmente distintos a los de Occidente, y atendiendo a elementos culturales y sociales en particular.

Se puede intuir dónde están las fuentes que alimentan la literatura de un país u otro, pero no se aplica las mismas fuentes y nudos de creación para todos los países y las lenguas.

Se trata de una limitación condicionada por la propia naturaleza de su funcionamiento, imposible de evitar y de ignorar, ya que opera según los corpus de entrenamiento que le han sido vaciados, en su mayoría producidos y revisados por personas angloparlantes. El chatbot se ata a su generalidad y, caso particular de las máquinas, trasciende lenguas mas no culturas. Resulta inservible si se pretende leer un panorama literario ya no a la luz de textos creados desde una hegemonía cultural, alejarse de las narrativas predominantes para referir lo no canónico.

Cómo llegar a ser experto en arte, en literatura, cómo salvar esas fronteras inmensas si no es con la intuición.

Y es que ChatGPT compite frente a algo tan poderosamente humano como la intuición, que sólo se desarrolla después de estar en contacto profundo con un sistema cultural o familiarizándose con el funcionamiento de varios sistemas literarios. Es imposible trasladar, sin más, criterios estéticos de una cultura a otra y esperar una lectura válida en cuanto a lo literario. Se puede intuir dónde están las fuentes que alimentan la literatura de un país u otro, pero no se aplica las mismas fuentes y nudos de creación para todos los países y lenguas.

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Foto: Vasuta Thitayarak

Con la intuición como herramienta se tornan más asequibles las tradiciones literarias, entendidas desde un punto de vista integral, diacrónico y sincrónico, mucho mejor contextualizado al contemplar todos los factores que influyen en el acontecer de la literatura de un país.

Valiéndonos de la intuición nos es posible explorar a fondo una IA y extraer de ella material útil para conformar una obra literaria en la que otros seres humanos, de diferentes culturas y tiempos, puedan encontrar un espejeo de su propia vida. Pues aunque la medición es a partir de un paradigma artificial, ni siquiera hablando de IA dejamos de hablar de lo humano.

Con la intuición como herramienta se abre ante nosotros la posibilidad de acercar ChatGPT cada vez más a la experiencia humana ya que, frente al desamparo de su inteligencia no aplicable a nuestra experiencia, lo que resta a la humanidad es seguir con la construcción de una intuición artificial. La intuición es lo único que nos queda, pero también lo único que siempre hemos tenido.







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Foto: cortesía de la autora

Como colaboradora del Fondo de Cultura Económica, ENA MARÍA reseña libros en sus programas de difusión. También trabaja en los foros de algunas ferias del libro que organiza la Secretaría de Cultura con la Brigada para Leer en Libertad. Es estudiante de Letras Hispánicas en la UNAM.