Fragmentos de novela
Distancia de rescate
De Samanta Schweblin
LIBREROS Y HALLAZGOS:
Literatura y streaming
Las grandes publicaciones de reseñas nacionales e internacionales han descrito esta novela como fantasmagórica, terrorífica, hipnótica y malrollera, pero genial, de fascinación y espanto, fatalidad, vértigo. Dicen que te provoca un efecto acumulativo de ansiedad y que seguirá acechando mucho tiempo después de que termines de leerla, sobre todo por el desconcierto en que te dejan las hondas preguntas que plantea.
Para la narradora de Distancia de rescate difícilmente existe algún apocalipsis que no sea personal, y una reseña en The New Yorker considera que “lo fantástico aquí simplemente dilata una realidad que empezamos a aceptar como aterradora y verdadera.”
Era inevitable ir a buscar esa máquina de relojería narrativa, como la han descrito también, en el acervo de la Biblioteca de México o de la Vasconcelos, porque la historia está disponible por streaming desde hace no mucho en una película de Claudia Llosa (Netflix). Nos enteramos de que –de la primera edición en México: Almadía, Oaxaca, 2014– un ejemplar en préstamo se quedó varado en la casa de alguna usuaria durante la pandemia (y nos preguntamos por su bien), y el otro ejemplar que aparece registrado en el catálogo no fue hallado por el personal biobliotecario de los tres turnos, lo cual es un misterio muy ad hoc para la trama. ¿O será que el streaming está ganando ventaja por ser impalpable? Es imperdible al menos mientras te suscribas, tengas pila en una tablet y dure la licencia de la película en tu región del mundo. Mientras tanto, nos ha salido al paso una librería para reponer al menos uno de los libros extraviados y consignar un poco de él en estas líneas.
Es un libro que ganó reconocimientos literarios como el Premio Tigre Juan, el Premio Ojo Crítico, el Iberoamericano de Letras José Donoso, y fue nominado al Man Booker International. ¿Cómo prefieres asomarte a su espejo deforme para que te arrebate la respiración y te aplique una descarga eléctrica, en literatura o en cine?, ¿ambos?, ¿cuál de los dos querrías conocer primero? Aquí una probadita del veneno que echamos sobre nuestra progenie, en esta especie de “trueque” de espíritus en otros cuerpos:
David hervía tanto que, cuando me lo quitó, mi cuello y mi pecho estaban empapados. Fue un movimiento rápido, sus manos prácticamente salieron de la oscuridad del cuarto y volvieron a perderse con David. Fue la última vez que lo tuve en brazos. La mujer salió otra vez, sin David, me llevó hasta la cocina y volvió a servirme más té. Dijo que ahí tenía que esperar. Que si me movía por la casa podía mover otras cosas, sin querer. Cosas que no debían moverse. En una migración, dijo, solo debía estar en movimiento aquello preparado para partir. Y yo me agarré fuerte a la taza de té y apoyé la cabeza contra la pared. Se alejó por el pasillo sin decir nada más. En ningún momento David me llamó, tampoco lo escuché hablar o llorar. Un rato después, unos dos minutos, escuché cerrarse la puerta de la habitación.
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Te llamó “monstruo”, y me quedé pensando también en eso. Debe ser muy triste ser lo que sea que seas ahora, y que además tu madre te llame “monstruo”.
Estás confundida, y eso no es bueno para esta historia. Soy un chico normal.
Esto no es normal, David. Solo hay oscuridad, y me hablás al oído. Ni siquiera sé si realmente esto está sucediendo.
Está sucediendo, Amanda. Estoy arrodillado al borde de tu cama, en uno de los cuartos de la salita de emergencias. Tenemos poco tiempo, y antes de que el tiempo se acabe hay que encontrar el punto exacto.
¿Y Nina? Si todo esto realmente sucede, ¿dónde está Nina? Mi dios, dónde está Nina.
Eso no es importante.
Eso es lo único importante.
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