'Dos poetas en conversación' Claudia Sánchez Rod
Foto: Sila Tiptanatoranin

Dos poetas en conversación

De T. S. Eliot a José Emilio Pacheco

MIGRACIONES CULTURALES

Por Claudia Sánchez Rod   |    Junio de 2024

El poema original, un punto de partida para la emigración a nuevos ámbitos culturales y espirituales.

José Emilio Pacheco fue un polímata seducido por los abismos del lenguaje; para él, la realidad era un jeroglífico al que había que ir descifrando con la misma minucia con la que se edifica una Babel. Lo mismo tradujo haikús que poemas de Kavafis, sin tener apenas nociones del japonés o del griego. José Emilio consideraba al poema original como un punto de partida para la emigración1 a nuevos ámbitos culturales y espirituales, por ello afirmaba que sus traducciones no eran sino aproximaciones: el poema como un artefacto intraducible que se desintegra si se le extrae “del aguamadre de su lengua” y que, por lo tanto, sólo puede representarse mediante otro artefacto análogo. Partiendo de esa idea, Pacheco propició una conversación interminable entre distintas lenguas, pero además, se animó a romper el tabú de traducir traducciones.

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Ilustración: IA, 123RF

Como bien se sabe, la primera aproximación que hizo Pacheco a Cuatro cuartetos, de T. S. Eliot, salió a la luz en 1989, no obstante, esa historia apenas comenzaba, porque, acaso sin sospecharlo, José Emilio no había hecho más que colocar la primera piedra de su Babel personal. Fueron cuarenta años de un viaje que nada pudo interrumpir sino la muerte misma. Cuarenta años en que Pacheco se sumergió en un mar de libros, diccionarios, fotocopias, cartas, publicaciones, fotografías, noticias, datos raros, pálpitos, elucubraciones e intuiciones que lo mantuvieron bajo alerta a la huella más mínima de Eliot. Esa misma persecución obsesiva con la que el propio Eliot siguió los pasos de Dante, de Pound, de Whitman o de Goethe. Una persecución no exenta de desilusiones, todo hay que decirlo, porque en la misma medida en que José Emilio se fascinó por el poeta, se decepcionó del hombre. En su incansable indagación se fue encontrando a un Eliot que no le gustó: el Eliot de formación puritana, lleno de contradicciones; el Eliot que se negó a contestar una sola de las cartas que Vivienne Haigh-Wood, su esposa, le escribió desde el sanatorio donde estuvo recluida por su inestabilidad mental; el Eliot que se casó de forma intempestiva con su secretaria 40 años menor, rompiendo de tajo el vínculo afectivo que lo unía a Emily Hale, su amiga de juventud a quien le había escrito 1,131 cartas.2 “Admiro al poeta, pero detesto al hombre”, llegó a decir Pacheco.

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Ilustración: IA, 123RF

En Cuatro cuartetos, Eliot reflexiona sobre el lugar del ser humano frente a la herida que deja el tiempo, uno de los misterios más inexpugnables de la existencia, y trata de ofrecerle un sentido al que acogerse tras la desolación de la guerra. Pacheco no sólo alcanza a vislumbrar la envergadura de esta tarea ríspida y colosal, sino además, la hace suya y, en su aproximación, la potencia de su voz de cuando en cuando choca con la de Eliot: dos formidables poetas en una conversación cuyos ecos se cuelan por los resquicios del pasado, del presente y, sobre todo, del futuro.

José Emilio no alcanzó a terminar su aproximación, la muerte se lo impidió (una Babel más que falló en su intento por llegar al cielo), y hubo que hurgar entre sus papeles infinitos para rescatarla cuando él ya se había ido. Sin embargo, el vastísimo documento que nos dejó está lleno de deslumbrantes anotaciones que hacen de este poema de poemas un segundo prodigio o, si se quiere, un prodigio nuevo, digno incluso de ser traducido a la lengua de Eliot y a cualquier otra. Sólo se necesita de una tarde para leer Cuatro cuartetos, pero a José Emilio le llevó años robar el fuego de Eliot para ponerlo a arder frente a nuestros ojos.

Váyanse, váyanse, dijo el pájaro: el género humano

No puede soportar tanta realidad.

El tiempo pasado y el tiempo futuro,

Lo que pudo haber sido y lo que ha sido

Tienden a un solo fin, presente siempre.


Fragmento de Cuatro cuartetos, aproximación de J. E. Pacheco.


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Ilustración: IA, 123RF

1 Si bien migración y emigración son dos formas de dispersión, la diferencia es que la primera se establece por su estacionalidad; la segunda, en cambio, es un viaje sin retorno. [flecha]

2 Eliot le pidió a Hale que quemara todas esas cartas, ella se negó y las dejó depositadas en su archivo de Boston con la instrucción de que se publicaran 50 años después de su muerte, plazo que se cumplió en 2020. El poeta entonces dejó una carta más, declarando que ya consideraba falso todo lo escrito a Emily Hale, y dio la orden de sacarla a la luz una vez que el archivo de Hale se publicara. [flecha]



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T. S. Eliot, Cuatro cuartetos, traducción de José Emilio Pacheco, col. Cuadernos de la Gaceta 59, El Colegio Nacional/FCE, México, 1989. ESTÁ DISPONIBLE en la Sala General de la Biblioteca de México, proveniente del acervo personal del sociólogo mexicano Gabriel Careaga. Asimismo encuentras ejemplares en el Fondo José Luis Martínez y en el Fondo Alí Chumacero.



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Foto: Cortesía de la autora

Narradora y traductora, CLAUDIA SÁNCHEZ ROD ha publicado La marta negra, Me dejaste puro animal inexistente y antologías de poesía y cuento; ha obtenido el Premio Internacional de Narrativa Ignacio Manuel Altamirano y el Premio Iberoamericano de Cuento Ventosa-Arrufat / Fundación Elena Poniatowska Amor. Colaboró en la revista argentina Lamás Médula, el Periódico de Poesía de la UNAM y otras publicaciones en España y EU. Coedita la revista Biblioteca de México: De Ciudadela a Vasconcelos.