Banner del texto 'Breve recorrido por las bibliotecas personales. (Parte I)' de Sabina Orozco

Javier Castrejón, coordinador de las bibliotecas personales, refiere la riqueza de estos acervos que, a la fecha, han cumplido diez años. La dinámica entre usuarios y bibliotecarios, la funcionalidad de los espacios y las exposiciones de la Biblioteca de México constituyen parte esencial de la difusión de los libros que, antaño, pertenecieron a grandes figuras del pensamiento mexicano del siglo XX.

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Biblioteca personal Carlos Monsiváis.

SABINA OROZCO: ¿Cuáles son las diferencias fundamentales entre el acervo general y las bibliotecas personales de la Biblioteca de México?

JAVIER CASTREJÓN: El gran desarrollo de un país a veces se llega a medir por las bibliotecas personales que desarrollaron los grandes intelectuales del contexto del siglo XX. A diferencia de lo que es una biblioteca pública en donde el vínculo entre usuario y libro es totalmente abierto, en las bibliotecas personales hay una gran diferencia. Aquí uno de los objetivos esenciales es preservar y conservar la memoria documental, bibliográfica y hemerográfica de los que desarrollaron una estructura de pensamiento y a lo largo del tiempo tuvieron una presencia significativa en la sociedad. Por otro lado, a través de estos acervos podemos encontrar contextos históricos muy importantes, sobre todo cómo ha ido evolucionando el libro en sus diferentes facetas desde que aparece en México. En el fondo reservado tenemos los incunables americanos, libros de la imprenta de Juan Pablos —la primera en México— que pueden consultarse. Es una de las grandes características: el acceso al conocimiento que permite a cualquier usuario poder consultar materiales que serían de difícil acceso en una biblioteca pública.

SO: ¿Qué circunstancias priorizan en estas bibliotecas para que la relación entre usuarios y acervo sea mucho más amable?

JC: Una de las cosas que mayormente nos ha preocupado es, mencionaba, preservar y conservar los materiales. De ahí que busquemos los mecanismos de control y supervisión para que los libros no se extravíen y se encuentren en los lugares donde son colocados. Hemos desarrollado un préstamo que ha sido muy amigable con el usuario. Cuando éste ingresa, pregunta si tenemos el material que requiere y nosotros lo invitamos a que se incorpore a su mesa de trabajo, el bibliotecario busca en el catálogo si tenemos lo que pide. Cuando localiza el material, lo primero que hace es explicar sus características y elaborar una papeleta para exponer al usuario las particularidades: dedicatoria o testigos ⸺que son documentos integrados al libro porque de alguna manera el bibliófilo ahí lo dejó y constituye un elemento histórico, un vínculo con su lectura. El usuario inicia la consulta, atento a las características ya descritas, advertido de si el material está en buenas condiciones o maltratado, consciente de cómo lo tiene que devolver. Nos interesa que el usuario reciba un servicio de calidad. Cuando ingresa, lo digo como una metáfora, se convierte en el centro del universo del bibliotecario para atenderlo, pero también el bibliotecario se convierte en el alma de la biblioteca. Esto posibilita el aumento de usuarios frecuentes, muchos llegan en la mañana y se van en la noche porque se han adentrado en la riqueza bibliográfica, hemerográfica y documental que existe en estos espacios.

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Biblioteca personal Jaime García Terrés.

SO: Y, en ese sentido, ¿cómo influye el espacio sobre la experiencia de consulta?

JC: Otra característica muy importante corresponde a los dos tipos de arquitectura que hay aquí: la arquitectura bibliográfica, como la estructura de pensamiento desarrollada por el bibliófilo, y la espacial. La arquitectura espacial corresponde a las bibliotecas diseñadas en busca del confort del usuario. Alguna vez le pregunté a un joven de 18 o 19 años por qué asistía a estos espacios. Respondió que, entre el caos de la Ciudad de México, en la biblioteca sentía un remanso de paz.

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Biblioteca personal Jaime García Terrés.

SO: ¿Qué iniciativas incrementan el número de visitantes?

JC: Podría mencionar dos muy importantes. En primer lugar, las grandes exposiciones que se han dado a lo largo del tiempo y que abarcan diferentes posibilidades de mostrar la riqueza que albergan estos espacios, desde los temas más inusuales como la moda a través de los siglos: hay libros, revistas y documentos que hacen referencia a este aspecto. Una exposición que tuvo un éxito extraordinario fue la que apuntó a los cincuenta años de la llegada de los Beatles a América. Cuando hicimos la propuesta de esta exposición al director, nos preguntaron qué tenían que ver las bibliotecas personales con Los Beatles. Mis argumentos fueron los siguientes: en esa época, en México surge una literatura que pasa de lo rural a lo urbano, empieza a hablarse de la poesía beat. Al buscar los materiales que había en estos espacios, hallamos libros de difícil acceso como Pasto verde o el que Margo Glantz destina a la literatura de la Onda. Te das cuenta de cómo incide la llegada de unos roqueros a América. Descubrimos que estas bibliotecas albergan las primeras críticas de revistas y periódicos acerca de los Beatles. En Principados y potestades, Carlos Monsiváis inaugura, de alguna manera, el diccionario de la Onda, incluye palabras como “apañar” o “la tira”.

Otra de las actividades importantes en las bibliotecas personales son las visitas guiadas. Solemos mandar cartas a instituciones educativas y culturales de la Ciudad de México contándoles de los acervos. Difundimos en redes sociales lo que son estas bibliotecas y, como consecuencia, empezamos a atraer más usuarios. Además, se han ido añadiendo a las consultas de los acervos numerosos académicos y estudiantes a nivel nacional e internacional. Hay investigadores que vienen de la Universidad de Gales, la Complutense, Berkley, Jerusalén, Toronto…. Todos estos factores inciden en nuestra búsqueda porque los usuarios puedan acercarse a estos espacios y conozcan los contextos tan maravillosos de siglo XX.



Javier Rolando Castrejón Acosta estudió ciencia política y administración pública en la UNAM. Ha realizado estudios en especialización en administración pública en el Centro de Investigación Docente y Económica y desde 2013 es coordinador de las bibliotecas personales José Luis Martínez, Antonio Castro Leal, Jaime García Terrés, Alí Chumacero y Carlos Monsiváis en la Biblioteca de México. Ha colaborado en las revistas Prospectiva, Perspectivas Políticas y El Bibliotecario.


Sabina Orozco (1993) es jefa de redacción de la revista Biblioteca de México. Escritora y editora, fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas (2017-2019) en el género de narrativa. Obtuvo el Premio de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2021. Su más reciente libro es La lengua de los osos polares (Osa Menor, 2021).