Banner del texto Saúl Galo y el Mapa para Magos de Antonio Tamez

No podemos conocer la Verdad, pero podemos conocer la belleza.

C.G. Jung

El presente ensayo es un acercamiento al Mapa para Magos de Gerardo Arana quien firmaba sus ilustraciones con el seudónimo de Saúl Galo. He tratado de realizar una aproximación de lectura de la pieza con base en los conocimientos que tengo sobre su realización, al igual que un ejercicio hecho con las cartas del tarot en relación a las figuras del Mapa. El mural fue pintado en el departamento que entonces rentaba yo, ubicado en el número 36 de la calle Felipe Luna en el Centro Histórico de Querétaro, en una vecindad en la que durante los años 2010 a 2014 coincidimos como inquilinos Gerardo Arana, Horacio Warpola y yo, bautizada por el propio Warpola como Villa Oporto.

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Mapa para Magos, de Saúl Galo.

Título: La Muy Ilustre Magnificarum o Cartografía Mágica de Hermes imprescindible para todo brujo, shamán, nigromante o aprendiz de cualquiera de las anteriores; mapa que señala los caminos, peligros, maestros, cosas, espíritus y lugares esclarecidos por Saúl Galo, natural de estas tierras.

Medidas: 300 X 200

Técnica: Mural/ Sharpie

Año: 2010 – 2011

El mejor conocido como Mapa para Magos de Saúl Galo es un mural que representa la cartografía medieval de Ciudad Hermes, un país imaginado. En las propias palabras de Gerardo, aquello era también un homenaje a la imaginación. Los componentes del mural fueron las pláticas que les amigues sosteníamos acerca de Ciudad Hermes, Kapos Krad, Andeonimbva, Kgargaria, Komandrovia y otros lugares que nos íbamos inventando. Era un mundo bastante bien estructurado y abierto a la creación colectiva. Contribuyeron también algunos de los libros de mi biblioteca como la Enciclopedia de Historia del Arte de la editorial Salvat, Las Grandes Épocas de la Humanidad publicada por Time Life en los años ochenta, El pensamiento mesoamericano cifrado por sus calendarios de Laurette Sejournette y Les Runes de Tzoltán Tzabo. Hubo también un estudio sobre la obra de Joan Miró cuyo título y autor no consigo recordar, y algunas otras publicaciones por desgracia que también he olvidado.

La idea de poder trazar un “mapa de la imaginación” obsesionó a Saúl Galo en la ejecución de esta pieza. Sin duda, el mural influyó destacadamente en la conformación de su estilo, en el enriquecimiento de sus formas complejas, en la yuxtaposición de sus trazos orgánicos que parecieron haber estado enfocados en la búsqueda del inconsciente puro. A Gerardo le fascinaban las notas que la gente hacía en sus cuadernos cuando tomaba clase o hablaba por teléfono. Los garabatos ociosos, los cubos sin sentido, las curvas y las caritas le resultaban emocionantes. Así las llamaba él, “inconsciente puro”, manifestándose con ingenuidad en los márgenes de los cuadernos Scribe. El arte de Joan Miró lo cautivaba, en este veía lo mismo que notaba en los cuadernos de las personas, pero aspirando a poseer una estructura visible: extrañas geometrías con vida celular, emergiendo con ansia desde un mundo secreto que todos llevamos dentro.

Reconoció el mismo patrón en los códices prehispánicos y los asimiló brillantemente a su trabajo. Enseñaba su metodología a quien quisiera aprender: lanzar un trazo de manera aleatoria y completarlo con una genealogía de formas que emergían la una de la otra hasta revelar una imagen conocida: naves espaciales, dioses mesoamericanos, casitas, criaturas, montañas y laberintos. Aquél procedimiento era llamado por él como La Escuela de Kapos, y jugaba a que Saúl Galo era un pintor famoso y encanecido, con una extensa cola de lémur, que provenía de un territorio fantaseado llamado Kapos Kgrad.

No existe una lectura específica del Mapa para Magos. Saúl Galo precisó dividirlo en varias zonas que reflejaban arquetipos estilísticos de diferentes culturas y que él retrató con las variaciones de su propio estilo. Si tomamos el mural y lo dividimos en nueve secciones identificadas cada una por su relación semántica, podremos encontrar que existe una composición cultural, determinada en cada una de ellas. Mi propuesta para la identificación de estas secciones es la siguiente, los nombres que les he dado son arbitrarios y están basados tanto en los recuerdos que guardo de las explicaciones de Gerardo como en mi propia interpretación:

1. El Mar

2. África, América y Oceanía.

3. Sumeria.

4. Antigüedad Clásica.

5. Norte de Europa.

6. Europa Central y del Este.

7. Oriente Medio.

8. Sección sin referentes culturales precisos.

9. Título (Enmarcado con lo que Saúl Galo denominó: “Psicosis numérica”).

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II.

El paganismo y las ideas preconcebidas de magia y religión, fueron las constantes del Mapa para Magos. La idea era brindar un instrumento para tode practicante de magia que quisiera moverse a través de Ciudad Hermes durante la Edad Media. Pensándolo así, podríamos asumir que su lectura nos resulta difícil porque pertenece a otro tiempo y a otra cultura, y gran parte de ese conocimiento ya se ha perdido.

La primera impresión de la espectadora es el sobrecogimiento. Durante los primeros cinco minutos de exposición la mente se sustrae y no sabe bien a dónde dirigir su atención. En su generalidad, la obra carece de un centro focal, lo mismo que de puntos áureos o perspectiva. Todo parece caótico y desordenado, pero no es así. El mapa entraña una misteriosa estructura que la espectadora puede ir descubriendo por sí misma. En otras palabras, el mapa pone a trabajar al inconsciente. De entre las miles de figuras que lo habitan, hay una en especial que llama su atención y le produce la necesidad de acercarse para estudiarla con detenimiento. Esta figura puede ser cualquiera, y su importancia está determinada por lo que dicho dibujo sea capaz de remover en el interior de cada persona. Puede ser un personaje, una criatura o un símbolo a partir del cual el Mapa para Magos se revela como una flora desbordándose, como el loto de los mil pétalos de la tradición hindú. Podríamos pensar en una especie de mandala, una geometría sagrada con su arquitectura particular y precisa. De este modo comienzan a surgir los detalles, los puntitos, las líneas, las figuras escondidas y aquellos dibujos extraños que nos llaman tanto la atención y que no sabemos muy bien por qué. Más que un reto para la mente, o un llamamiento a las puertas del subconsciente, el Mapa para Magos es un juego de combinaciones infinitas.

III.

Los análisis del Mapa para Magos pueden hacerse desde muchísimas áreas de estudio y con diferentes objetivos. Me parece de particular interés lo que el Mapa para Magos tiene que decir dentro del contexto psíquico. Un acercamiento muy interesante nos lo pueden brindar las cartas del tarot. En un ejercicio realizado con la baraja Rider Waite, los veintidós arcanos mayores del mazo fueron asimilados al Mapa para Magos con una increíble coincidencia simbólica.


Es importante anotar que Gerardo Arana nunca conoció el tarot, hecho que resultó sorprendente, y hasta cierto punto revelador al momento de registrar las similitudes de las figuras principales del mapa con los arcanos del tarot. Para Jung, el tarot representaba una cadena de arquetipos en donde cada uno de sus componentes hacía referencia a distintos aspectos y escalas del desarrollo humano: lo material, lo sexual, lo intelectual, lo creativo, lo espiritual. Es un lenguaje fabricado para el inconsciente, para el que es más fácil trabajar dentro del plano simbólico y ritual. Para Jodorowsky el tarot es un ser orgánico y unificado, un mapa del inconsciente, que puede ordenarse también a la forma de un mandala revelando la naturaleza fractal de la mente humana.

El ejercicio realizado con los arcanos mayores arrojó no solamente la impresionante similitud de sus imágenes, sino también la posibilidad de mapear el inconsciente. No me atrevería a decir el inconsciente de Saúl Galo, o mi propio inconsciente, o el inconsciente colectivo. Dado el ordenamiento con el que quedaron distribuidos los arcanos mayores, me atrae la idea de que se trata de un ritmo de frecuencia con el que los arquetipos fueron transmitidos desde el inconsciente, ya fuera este colectivo o personal. Esto, si aceptamos la teoría de Jung de que el tarot contiene modelos arquetípicos familiares a todes. Podríamos estar delante de lo que Gerardo Arana quería lograr, es decir un Mapa de la Imaginación. He dividido estos dos ritmos de frecuencias en Frecuencia Alta y Frecuencia Baja y anoto los arcanos que aparecieron en cada uno de estos campos:

FRECUENCIA ALTA: 1) El Ermita, 2) El Mundo, 3) La Torre, 4) El Emperador, 5) La Fuerza, 6) La Muerte, 7) El Juicio, 8) El Sol, 9) La Templanza, 10) La Emperatriz, 11) La Estrella 12) La Templanza, 13) Los amantes, 14) La Gran Sacerdotisa, 15) La Justicia, 16) La Rueda de la Fortuna, 17) El Hierofante.

FRECUENCIA BAJA: 17) El Mago, 18) El Loco, 19) El Diablo, 20) El Colgado, 21) El Carro, 22) La Luna.

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Lo único concreto que puedo señalar es lo divertido, emocionante y misterioso de este ejercicio. Si se tratara de un experimento quedaría incompleto pues haría falta agregar el resto de los cincuenta y seis arcanos menores y realizar un nuevo mapeo. Aún así, dicho ordenamiento sería personal y estoy seguro que si cada uno de mis sujetos realizara el mismo ejercicio se trazarían mapas diferentes, algunos más que otros. Un ejercicio colectivo arrojaría también datos sumamente interesantes, así como una aproximación tridimensional a los distintos mapas trazados por los participantes.

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IV.

En septiembre de 2010, Gerardo Arana y yo hicimos un viaje a Ciudad de México. Fuimos al estudio de Joaquín Clausell ubicado en el número 30 de la calle Pino Suárez en el Centro Histórico. En el tercer piso de este edificio del siglo XVI que hoy aloja al Museo de la Ciudad de México, existe una alcoba en la que el pintor campechano vivió y trabajó durante catorce años. Las cuatro paredes de esta habitación se encuentran completamente pintadas con cientos de miles de pequeñas figuras al óleo. Clausell trabajaba principalmente en lienzo, pero limpiaba sus pinceles en la pared dejando manchas que después completaba con trazos hasta dar con formas conocidas, una metodología muy similar a la utilizada por la Escuela de Kapos. A su forma, el tremendo mural de Clausell es también un Mapa para Magos, o como Gerardo prefirió llamarlo: “un Aleph”.

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Al fondo de aquella alcoba había una pequeña habitación, quizás utilizada como bodega en otro tiempo y que en aquél momento albergaba una pequeña galería llamada El Clauselito, en cuyo interior habían montado una instalación basada en un experimento de Nicola Tesla. La pieza era interactiva y para activarla era necesario girar una enorme geoda de tres metros de diámetro destinada a captar estática al modo de un radiotransmisor, la estática era transmitida visual y auditivamente a una pequeña televisión retrofutrista frente a un trono de estilo rococó.

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La visión de todo aquello, en medio del universo aleatorio creado por Clausell, sugestionaba la mente y crispaba la piel. Los resultados de la visualización eran trasferidos en frecuencias de onda, mientras que la estática auditiva se manifestaba en sonidos indescifrables de choques, mares, explosiones y sirenas. Lo que aquella geoda recogía era la información del éter, lo mismo que captan los enromes radiotelescopios que revisan el cosmos en busca de mensajes alienígenas. Es ese el espacio inmaterial que el hinduismo llama los Archivos de Akasha. Los científicos piensan que en él se hallan flotando las transmisiones telegráficas, radiofónicas, televisivas y telefónicas de la humanidad. Algunos místicos y psíquicos agregan que se hallan también los murmullos de los muertos, los sueños, los recuerdos de otras vidas, los mensajes del pasado y del futuro, y el campo de acción de los magos.

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Las fotografías de Mapa para Magos que acompañan el texto son cortesía del archivo personal de Antonio Tamez.



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Antonio Tamez. Foto: José Velasco.

Antonio Tamez (Ciudad de México, 1984) es licenciado en historia por la Universidad Autónoma de Querétaro y maestro en literatura hispanoamericana por la Universidad de Guanajuato. Es autor de Bengala (Herring Publishers, 2011), El templo de los animales disecados (Montea, 2017) y Todo eran Historias: Cuadernos de Viaje (Universidad de Guanajuato, 2021). Está incluido en las antologías Neónidas [2006-2008] (Herring Publishers, 2009), Zurita: una cartografía poética (Colofón-Universidad de Guanajuato, 2019) y Viajes al País del Silencio (Gris Tormenta, 2021). Ha colaborado en diversos medios impresos y digitales como Punto de Partida, Tres Pies al Gato, Grafógrafxs y Tierra Adentro.