Banner del texto Tres historias verdaderas y un cuento de hadas de Ave Barrera

Un libro es una sucesión y un espacio: viajamos de una página a la siguiente, nos atrapa el río continuo del texto o damos de saltos entre los elementos visuales acompañades del tacto del papel y el aroma de la tinta; sentimos el ritmo interno de las palabras y el vaivén de las evocaciones sensoriales. “Las obras-libro son libros concebidos como una estructura expresiva, es decir, en los que el mensaje es la suma de todos los elementos materiales y formales”, afirma Ulises Carrión en El arte nuevo de hacer libros (1975). Es así como podemos describir Visita guiada al mundo de los muertos, de Mariana Orantes, publicado por Malabar e ilustrado por Rosario Lucas como una obra-libro, ideada a partir del concierto de sus elementos; un universo contenido que se abre ante nosotres como las fauces de un monstruo para invitarnos a recorrer el inframundo, y donde cada página extendida forma parte de un viaje penoso y bello.

Debo confesar que conocía el texto porque se encuentra en el volumen de ensayos de Los caballeros se quedan a descansar, publicado por el Instituto Sinaloense de Cultura en 2018, pero en un primer momento el recuerdo de esa versión me pasó desapercibido porque el sentido que cobra en forma de libro ilustrado es muy distinto: el viaje al que Orantes nos invita se vuelve mucho más real. Las ilustraciones de Rosario Lucas y el esmerado diseño editorial confabulan para lograrlo: la tipografía de interiores nos hace pensar en un grimorio y el contraste entre el verde y el rojo pone en conflicto la tensión interna que las figuras vuelven más explícita.

El ensayo nos recibe con una advertencia sobre las precauciones que supone bajar al inframundo. Desde ese momento, la segunda persona nos involucra y nos toma de la mano, no tenemos escapatoria, solo nos queda avanzar. Atravesaremos cuatro secciones: el bosque, el río, la cueva y un epílogo. Las tres primeras siguen los pasos del viaje mítico, la katabasis, el descenso hacia la oscuridad.

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Ilustración de Rosario Lucas para Visita guiada al mundo de los muertos.

En el bosque nos encontramos con un relato iniciático, un recuerdo de infancia: “Tenía siete años y cerca de mi casa el velador de un terreno baldío encontró un bebé muerto”. ¿Cuándo fue la primera vez que descubrimos el horror? Pero el texto no se queda en la dimensión narrativa del chisme amarillista, sino que desciende hasta encontrar la naturaleza simbólica de sus elementos: “Decir que el bebé fue asesinado con las mismas tijeras con que cortaron su cordón umbilical suena artificial, pero es cierto”. Los relatos del horror son una herramienta para entender la oscuridad de la naturaleza humana, el intento de iluminar nuestras paradojas. Aquí Lucas nos expone en paralelo un elemento más: la bifurcación, el doble, lo que se divide, lo que se quiebra, lo que se corta y sangra

En las márgenes de El río nos encontramos con un marasmo lleno de esqueletos: los desaparecidos a causa de la violencia y el crimen organizado anegan nuestros pasos. Avanzamos con los ojos cerrados tratando de resistir la náusea para llegar a otra historia verdadera: una niña hallada muerta dentro de una maleta en la entrada de un edificio de la calle Berlín, en la colonia Juárez. En esta historia el foco cambia. No es ya la narradora o nosotres quienes experimentamos el asombro, sino la víctima: “Yo me pregunto con espanto: esa niña, esa pequeña niña, ¿concientizó el momento de su muerte como su primer asombro ante el horror del mundo?” La correspondencia de Lucas en este punto del recorrido es abrumadora: lo que se divide multiplica: río de huesos, de manos, confusión de aullidos, lobos en la lluvia, ojos y más ojos que son puntos incandescentes en el vórtice de la oscuridad.

En La cueva llegamos al nivel más profundo y más personal de la narración. Las ilustraciones ahora nos confrontan, el doble se vuelve y nos observa, nos reclama el animal que habita dentro del animal que somos. Llegamos entonces al núcleo, que es una tercera historia verdadera: “siempre hablo del mismo asesinato, muchas veces, bajo muchas formas, todo el tiempo. No te detengas”. Se trata de Claudia, una niña, una hija, una amiga, una estudiante, una cifra, un feminicidio más sin resolver. La historia particular que da nombre y representación al horror de lo masivo y lo innombrable: diez mujeres cada día, diez madres, hijas, amigas, compañeras. Cada —maldito— día. Imposible dar dimensión real a esta pesadilla.

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Mariana Orantes. Foto: Diana C. González.

Nos sentimos agotadas ante una realidad sobrecogedora, nos doblamos sobre el vientre y nos anestesiamos, hacemos scroll más rápido al ver la imagen de otra desaparecida. Las atrocidades desfilan ante nuestros ojos, que se vuelven ciegos para que el dolor nos suelte y poder continuar con la vida como si no pasara nada. Creemos que ese mecanismo de defensa es el único recurso que nos queda, porque sabemos que la alternativa es el fuego y la lucha. Y a veces nuestro propio incendio nos consume.

Para salvarnos de la desesperanza, llega el epílogo con un cuento de hadas: “El dragón de siete cabezas”: el pueblo asolado por una bestia que devora a sus mujeres. Acá el recorrido no es ya continuidad sino estampas que evocan el libro del apocalipsis o las cartas del tarot, siluetas en rojo que complementan la dimensión simbólica y abstracta del ensayo. “Gracias a los cuentos de hadas entendí que existe la fragilidad pero también lo perdurable”, dice Orantes, y nos ofrece el consuelo del acto de narrar, la simetría de los cuentos de hadas, su reciprocidad y la lógica irrebatible de causa consecuencia: la espada que acabará con el dragón.

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Ilustración de Rosario Lucas para Visita guiada al mundo de los muertos.

Visita guiada al mundo de los muertos es un libro hermoso que nos habla del horror del presente, con las raíces tendidas hacia un pasado mítico. Es una invitación a abrir los ojos. Un recordatorio de que el dragón puede ser vencido.

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Mariana Orantes, Visita guiada al mundo de los muertos, ilustraciones de Rosario Lucas, Malabar, México, 2020.


Ave Barrera (Guadalajara, 1980) estudió letras hispánicas en la Universidad de Guadalajara y la maestría en letras modernas portuguesas en la UNAM. Es autora de novelas, cuentos, libros infantiles y libros de artista. Ha trabajado como editora, traductora, storyteller, publicista y profesora. Su primera novela Puertas demasiado pequeñas obtuvo el premio Sergio Galindo, de la Universidad Veracruzana, y el proyecto 21,000 Princesas, realizado en coautoría con Lola Hörner obtuvo el 1er Lugar en el Concurso Internacional de Libro de Artista Lía 2015. Es autora también de Restauración.