Banner del texto Paisajes de iniciación de Sabina Orozco

Las personas entrevistadas esta vez se aproximan, desde la dramaturgia o la plástica, a las experiencias contenidas en el pasado; las cicatrices —físicas o metafóricas— abren paso a los trazos o la puesta en escena de paisajes tanto físicos como emocionales. Crear nace de una amplia conciencia de historias inherentes a los cuerpos: en el caso de Mili Herrera, esto se refleja en la inacabable génesis de personajes y escenarios casi cosmogónicos; mientras que Aldo Martínez Sandoval apunta a la adolescencia de Andy, protagonista que recorre distintos lugares de la Ciudad de México al tiempo que, por primera ocasión, se enamora de otro chico.

ANATOMÍA CAUDAL

¿Quién es Mili Herrera? Nació en Oaxaca, en 1995. Artista visual dedicada al dibujo y pintura principalmente. Su práctica se basa en el cómic, explorando las posibilidades oníricas en emergencias como la diversidad sexogenérica, las políticas civilizatorias y la soledad.

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Mili Herrera.

SABINA OROZCO: Además de cursar la carrera de artes visuales en la ENPEG “La Esmeralda”, ¿qué otras experiencias o formaciones han influido en tus búsquedas creativas?

MILI HERRERA: La experiencia más nutritiva que he tenido es tener tiempo para observar otrxs animales, a las flores y a las plantas. Me impacta la atrocidad con que son percibidas por mucha gente, el rechazo que pueden generar. Recién entrada a la primaria, muy niña, vivía en un pueblo. Yo extrañaba la tele y me pasaba horas absorta en una charca con renacuajos. Al inicio maté algunos por curiosidad, pero mi papá y mamá me dijeron que ellos sentían como yo. Y comprendí bien mi crimen. Regresaba ahí y me olvidaba de comer viendo cómo ya les salían patitas, o la espiral de sus intestinos, visible a través de su piel transparente. Esta vez sólo les veía, de vez en cuando jugaba con el agua sin herirlos. Una tarde llegué y ya eran ranitas brincando por todos lados. Luego adultas y llovía cuando cantaban. No sé qué aprendí durante esas semanas, pero eso acompaña siempre mi dibujo. También he tenido el privilegio de poder asistir a talleres de stop motion, poesía, performance, fotografía e historieta que me han ayudado a ejercitar el sentir y la mirada. Y las medicinas antiguas de manos de sabios y sabios, y de mi hermana, que me lleva de la mano a sitios desconocidos.


SO: En varios de tus dibujos abundan las miradas (en general muchas figuras de ojos) que se perfilan como un contrapunto de la visión de quien observa la obra. ¿Esa reciprocidad es deliberada?

MH: Creo que se ha vuelto deliberada a golpes de repetición. Pongo mucha atención en los ojos. Como niñx, como morra trans y como morra en general creo que es un instinto tristemente forzado. Del saber con qué intenciones se te acerca la gente. Del “cuídate” al despedirse. Las miradas pueden ser odiosas y burlonas permanentemente, entonces creo que mis piezas más personales lo reflejan aunque no quiera, porque son como mis hijes, y de alguna forma quisiera que pudieran ver de frente a lxs espectadorxs con la dignidad, furia, calma, etcétera, a la que yo aspiro. Que sostengan la mirada de/a quien las ve.


SO: El vértigo y la ternura conviven en tu trabajo, las formas se abren consumiendo a otras y, al mismo tiempo, las hacen aflorar: córneas que gestan o absorben paisajes, bocas que tragan o enuncian seres. ¿Cómo logras que esos movimientos coexistan?, ¿en qué medida es importante para ti?

MH: Lograr que esos movimientos coexistan ha sido mi tarea. Y me alegra que lo hayas notado. Lo hago en algunas piezas porque considero que así es el mundo y la vida. Que todo es súper fértil, y que el odio puede trocarse en flores, o el amor en cadenas. Entonces la forma no está acotada, se disgusta, muere y se adhiere, se recarga en una constelación de otras. Para lograrlo he experimentado muchas técnicas, las que tienen más rango de sólido a vaporosas, como el lápiz, las tintas chinas o la aerografía.


SO: El año pasado, Ixchel Ledesma fue la curadora de los dibujos que expusiste en Bicéfala. ¿Cómo vivieron el proceso de trabajar juntas? ¿Qué aspectos consideras fundamentales en la curaduría de tu obra?

MH: El proceso fue muy relajado y retador, porque expuse varias obras que había dibujado a los quince años y que tenían que ver con esta composta desde entonces. Con mi miedo a la muerte. Entonces la conecté con mi producción más reciente. Fue una manera de dignificar mi infancia y reconciliarme conmigo públicamente, aunque nunca lo dije. De decirle a mi yo chica: “eh, canija, tenías razón, seguimos hablando casi de lo mismo”. Y tener amistades tan sensibles como Ixchel y Hellèn, integrante de Pandeo junto a Iza, Andy, Alan, Nelly; fue una bendición que me ayudó en ese proceso.


SO: Para la exposición postal Encarno todo lo que temes y odias, organizada por el proyecto No hacer nada, participas con Radio Carbón. Esa pieza me remite a una especie de tomografía de un universo que se gesta a sí mismo de forma continua. Aquel estado de modificación permanente prolifera en tu trabajo, ¿es un motivo al que recurres de manera consciente?

MH: En esa pieza no creo que haya sido algo consciente. Sí hay una intención de ver al cuerpo como algo astral, y si se puede entender como eso seguramente lo es. Pero para mí, en ese momento era sobre el sanar cicatrices. Supongo que la cicatrización es una forma de gestar pequeñas partes de una misma. O parte de una anatomía caudal, para dejar partes de una ante la amenaza con tal de que el resto se salve.


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Mili Herrera, Noche Natal (2021).

SO: La pieza arriba mencionada, la publicaste hace unos meses como “un amuleto para alejar la violencia machista, obstétrica, clasista, racista y de género en el consultorio”. Esa cualidad de objeto que protege y/o sirve de recordatorio, ¿cómo la vincularías al resto de tu producción?

MH: Pues creo en las intenciones, cuando dibujo algo enojada la cosa puede proyectar eso. En este caso, esta pieza fue hecha con esa voluntad de proteger o consolar a las personas que hemos recibido esa violencia en espacios de supuesta sanación. Algo que me parece indignante. La hice luego de una serie de abusos transfóbicos que pasé dentro del consultorio. Y hablando de eso con mi mamá, sobre las cesáreas obligadas, con tías, amigxs cis y trans, me percaté que los abusos venían de una fuente común. De un velo de ignorancia y falta de empatía. O de búsqueda de chingar directamente.


SO: Tus pinturas y dibujos abrevan, en gran medida, de los cómics. Los diálogos que se incluyen en esta clase de soportes suelen proveer un sentido narrativo; sin embargo, en tu trabajo aparecen enunciaciones que trascienden esa función fáctica y resuenan en otros planos aún más complejos. Pienso en sentencias o interrogaciones como “No importa el número que veas, pensarás cuerpos como bolsas de carne”, “Sin ti sigues siendo tú” o “¿Estás lista para escuchar?” ¿De qué manera sintetizas en el texto una profundidad de significados que, no sólo al vincularse a la imagen, sino por sí solos alcanzan gran contundencia?

MH: De adolescente escribía poesía, en talleres juveniles de creación literaria. Pero en cierto punto me hartó por razones personales. Me sentía más cómoda con los cómics y mangas, yo creo que porque había más autoras y autores, que se arriesgaban con guiones, ilustraciones e historias con personajes no cishetero-normadxs o de mundos donde ni siquiera existían esas categorías. Y eso fue un pivotazo increíble para mí, el leer y escribir sin expectativas. A veces lloraba por la preciosidad de un dibujo y su frase, entonces me gustó esa cualidad y quise emularla. Algunas de esas frases, como “Sin ti sigues siendo tú”, son mantras que me han aparecido en la cabeza, y que he repetido de muchas formas porque creo que me ayudan y me hacen bien.


SO: ¿Con quiénes dialogas en términos plásticos?

MH: Creo que muchxs musicxs, arquitectxs, y escritorxs me han influido plásticamente al mismo nivel que artistas estrictamente visuales como serían Sofía Moreno, Belkis Ayón, Trilce Zúñiga, ASMA, Allison Schulnik, Francisco Toledo, Matt Mullican, William Blake, Ana Mendieta, Yoshiharu Tsuge, Kyoko Okazaki, Bas Jan Ader y Jesse Cohen. Y si lo ampliáramos: Luisa Almaguer, Marosa di Giorgio, Tedi López Mills, John Coltrane, Elizabeth Cotten, ARCA y Lukas Avendaño.


SO: ¿Qué palabras o sensaciones surgen en ti al escuchar la palabra “mirar”?

MH: Espejo. Amor. Paciencia. Burla. Repudio. Postura. Pecera. Sueño.


SO: ¿Cuáles son los proyectos que te interesa desarrollar próximamente?

MH: Actualmente estoy desarrollando dos exposiciones de dibujo y escultura que me apasionan especialmente. Una para la galería Parallel en Oaxaca y otra para Salón Silicón en CDMX, que me están sacando muchas cosas, por lo tanto estoy sumergida en el dibujo y la pintura. Pero me gustaría mucho comenzar a experimentar con la edición y registro de audio.

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Mili Herrera, El arco y la flecha (2021).

AMOR INFINITO Y CRUELDAD

¿Quién es Aldo Martínez Sandoval? Nació en la Ciudad de México, en 1993. Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas (2018-2020) en el género de dramaturgia. Se han montado sus obras Donde habite el olvido (2016), El dilema del erizo (2016-2017), Memoria en el asfalto (2018) y Así llegó la primavera, la cual participó en el programa Irrepetibles convocado por el Teatro La Capilla. Recientemente la editorial de Teatro La Capilla publicó su obra Percusiones.

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Aldo Martínez Sandoval.

SABINA OROZCO: ¿Cómo surgieron las primeras versiones de Percusiones?

ALDO MARTÍNEZ SANDOVAL: Creo que es la única obra con la que tengo perfectamente claro el momento en que comencé a escribirla. No la fecha, pero sí el momento. Estaba en la Fundación para las Letras Mexicanas intentando escribir otra obra (que hasta el día de hoy no termino y no me ha quedado bien) y se apareció en mi cabeza una frase muy sencilla, pero que me revolucionó, no sé por qué: “Hay (habemos) personas que sólo pudieron (pudimos) sobrevivir al fin de la infancia gracias al sexo”. Esa es la frase que inicia el cuaderno en el que escribí Percusiones. Algo se me movió de tal manera que dejé por completo la otra obra, y ésta fue la que ocupó toda mi energía de aquel entonces. Las primeras versiones, si bien ya tenían el impulso de la obra, ahora que las he revisado me parecen un tanto desordenadas, caóticas, evidentemente en ese momento había algo que me importaba decir, pero apenas iba descifrando de qué manera iba a hacerlo.


SO: ¿Qué involucró en un ámbito personal y literario trabajar con ella?

AMS: Esta obra llega en un momento en el que me sentía algo miserable como autor, tenía la beca de la FLM pero sentía que no estaba consiguiendo los objetivos que me estaba proponiendo a nivel creativo (y era verdad). Pero esta obra llegó y fue como si todos los engranes se echaran a andar; claro que costó escribirla y reescribirla (creo que no puedes huir de la desesperación de la reescritura), pero había algo medio animal en mí con esta obra, yo estaba empeñado en que saliera lo mejor posible porque no concebía mi vida sin terminarla. En ese sentido la obra me demostró algo que ya es lugar común, pero verdadero: la única forma para que la escritura fluya es que de verdad importe lo que dices, que algo duela; y justo porque duele hay que tocarlo, con un amor infinito pero también con toda la crueldad que se pueda.

A nivel personal esta obra es muy cercana a mi corazón y creo que por lo mismo me da pavor. Es una obra que me dolió, y también me ha dado muchísimas alegrías. Si bien la homosexualidad es el eje más visible e importante de la obra, para mí la verdadera médula espinal es la relación de un hijo y su madre. Cómo una madre, aunque no es tan evidente, le salva todos los días la vida a su hijo. Por lo menos eso hizo mi madre conmigo. Y aunque no es una obra autobiográfica, yo moría de miedo el día que le entregué el libro a mi mamá porque sabía que a cierto nivel ella iba a entender que estoy hablando indirectamente de nosotros. “Ten, mamá, por todas las veces que has salvado mi vida. Ojalá todo lo que has hecho por mí, regrese a ti de cualquier manera”.


SO: ¿Cuánto tiempo te tomó escribirla?

AMS: Dividiría el tiempo en dos etapas. Una duró aproximadamente siete meses, en la cual tuve los primeros borradores y las primeras versiones de la obra completa; en esos meses fui descubriendo quiénes eran los personajes y decidiendo qué era necesario mostrar de lo que son y su desenlace. Después, tal vez me tomó otro año entero todo el asunto de las correcciones, todavía un par de meses antes de la publicación cambié escenas de lugar y agregué y quité pasajes enteros. Por supuesto que en este caso ya eran más espaciados los momentos de trabajo, la corregía y luego la dejaba descansar un par de meses, luego volvía a corregirla, pero ya no lo hacía diario durante esta última etapa. Creo que justo esos respiros de tiempo me ayudaron mucho para verla con objetividad; había cosas que me encantaban pero al momento de leerla completa sobraban o faltaban.


SO: ¿Cómo fue el proceso de publicación en la antología para jóvenes audiencias en la editorial del Teatro La Capilla?

AMS: Teatro La Capilla a través de la Editorial Los Textos de la Capilla ha publicado estas antologías para públicos jóvenes desde hace tres años; lanzan una convocatoria para recibir textos de esta naturaleza, y si bien esta obra yo no la escribí pensando en que quería que fuera para adolescentes o púberes, cuando estuvo terminada sí pensé que podía resonar con ellxs, tanto porque los personajes centrales tienen esa edad como porque me dije a mí mismo: “yo creo que a los trece, catorce o quince años, a mí me habría gustado ver esto, me habría sentido acompañado”. Así que la mandé. Todos los textos se reciben bajo pseudónimo, y la obra tuvo la fortuna de ser seleccionada para publicación con otros dos textos muy bellos también. Como anécdota me llena de alegría que esta obra esté publicada por ellos, ya que hace unos años, cuando recién entraba a la universidad, varios de los primeros libros de dramaturgia contemporánea que compré fueron de esa editorial, y ahora puedo decir que también formo parte de ella.


SO: En febrero de este año hubo una lectura dramatizada de Percusiones, ¿qué te provocó la obra puesta en escena?, ¿dialogaste de distinta manera con ella?, ¿se modificó algo en tu percepción de los temas que abordas y/o en tu proceso creativo?

AMS: Primero tenía miedo (creo que siempre tengo miedo de todo, me acabo de dar cuenta) de que no le gustara a la gente porque además yo no fui partícipe del proceso, literalmente llegué a enterarme el día de la lectura. En segundo lugar, sentía que todos me iban a ver los calzones (aunque a nadie le importara mi vida, la verdad). Pero una vez que inició la lectura me fui dando cuenta de las reacciones y de cómo había gente que, curiosamente sin ser jóvenes, seguían conectando con la obra.

Respecto a los temas que abordo y cómo dialogo con ella, creo que es fundamental haberme dado cuenta de lo importante que es hablar de diversidad entre las personas de secundaria específicamente. Esto me lo hicieron ver los comentarios post-lectura. Había mucha gente que mencionaba lo importante que era ver todo el trayecto que atravesamos los homosexuales durante esta edad, trayecto que está lleno de inseguridades, dolores, agresiones, pero también de un descubrimiento de nuestra humanidad. Si bien ya dije que quizá lo que a mí más me pesaba era el asunto madre-hijo, gracias a la lectura dimensioné lo importante de que un chico o chica de trece o quince años se cruce con la lectura (o esperemos el montaje) de una obra que toca estos temas y sepa que no está solo, y que lo que siente es perfectamente natural. En ese sentido es esperanzador ver que Teatro La Capilla decidió también abrir esta puerta para publicación. Porque yo soy homosexual y claro que me he enfrentado a violencia, machismo, homofobia y discriminación, pero honestamente también he sido muy afortunado. Por la madre que tengo, por mi familia (mis tíos particularmente), y porque también me he cruzado con amigos y lugares en donde pocas veces me he sentido ajeno, y eso es un gran privilegio que la vida me regaló. No todos pueden decir que así han sido sus vidas. La lectura me hizo ver entonces la gran importancia de ese tema al que yo no le prestaba tanta atención al hablar de la obra. Ahora sí lo digo, mi obra habla de una parte de lo que es ser gay, y así como ella me ha acompañado a mí y a mi corazón un buen rato, tal vez también pueda acompañar a alguien joven (o no) y gay (o no) que necesite sentirse comprendido como quizá en algún momento yo lo necesité.


Sabina Orozco (1993) es jefa de redacción de la revista Biblioteca de México. Escritora y editora, fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas (2017-2019) en el género de narrativa. Obtuvo el Premio de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2021. Su más reciente libro es La lengua de los osos polares (Osa Menor, 2021).