Banner del texto 'Contar el mundo desde el escenario' de Sabina Orozco

Teatro en la Biblioteca de México

Sandra Félix rememora los inicios del taller que, con más de treinta años, ha recibido a personas interesadas en explorar la dramaturgia y la escena.

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SABINA OROZCO: ¿Cómo empezó el taller de teatro que impartes en la biblioteca?

SANDRA FÉLIX: Yo regresaba de Londres de haber hecho la carrera de actuación en la universidad de Sussex, ahí dirigí mis primeras dos obras. Jaime García Terrés, director en ese entonces de la biblioteca, estaba buscando hacer un taller de teatro. Sugerí incorporarme y así ocurrió; cada año, desde hace treinta años. Empezamos los miércoles y sábados. Yo tenía veinticuatro o veinticinco, era bastante joven. Realmente ahí me hice al oficio de maestra. Cada año les dirigí obras de teatro. Arrancamos con Los arrieros con sus burros por la hermosa capital, de Willebaldo López. Invitamos al autor, hicimos cien funciones. Venían primarias, secundarias de la zona. Fue un éxito y la primera obra que dirigí en México.


SO: ¿De qué manera influyó esa primera representación en los siguientes talleres?

SF: A partir de ese montaje, la idea era cambiar de alumnos y dar un taller que durara un año con principios básicos de actuación, improvisación, ejercicios de voz y expresión corporal. Escogíamos una obra para presentar al final. Hicimos eso todos estos años, excepto en la pandemia.

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SO: ¿Las alumnas y los alumnos tenían una formación teatral previa?

SF: Eran personas de todo tipo. Algunas habían estudiado literatura dramática, por ejemplo, y querían seguir estudiando. O podían ser de cualquier oficio. A medida en que pasó el tiempo fui ampliando la edad de mis alumnos, el taller se encuentra abierto a todo público mientras sean mayores de edad.


SO: ¿Qué otras obras han sido memorables con los integrantes de esa iniciación teatral?

Tenemos una larga lista. Por ejemplo, la poesía de Jaime Sabines la llevamos a escena. Montamos tres obras cortas de Tennessee Williams, una pastorela de Carballido en uno de los patios de la biblioteca. También, El viaje de los cantores, de Hugo Salcedo; Ni Independencia ni Revolución, de Rius. Pensaba que es muy importante hacer teatro mexicano, obras de corte social sobre todo, para acercar al público de la zona.


SO: Después de la pandemia, ¿el taller se ha reanudado?

SF: Sí, desde el 2022 está abierto. Presentamos una obra recientemente, se llama Reminiscencias, retratos de familia. Son testimonios biográficos de los autores, un biodrama. Por abril de 2024 empezaremos taller de nuevo.

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Contar el mundo desde el escenario

Ingrid Cebada conversa sobre su formación teatral. Las revelaciones de lo ordinario abundan en las obras en las que escribe, actúa y dirige.

SABINA OROZCO: ¿Cómo conviven la dramaturgia, la actuación y la dirección en tu labor teatral?

INGRID CEBADA: Mi ente actoral y mi ente de dirección son los que influyen muchísimo en mi trabajo en la dramaturgia. Es todo un mundo. He encontrado una forma o un sistema en el que cada vez que hago alguna de las áreas, o escribo o dirijo o actúo, conviven herramientas de las tres al mismo tiempo. Sin embargo, creo que en la que está más recargada es en la dramaturgia. La forma en la que escribo tiene muchas herramientas de la actuación y de la dirección, me ayudan muchísimo esas dos áreas para traducir a la oralidad de manera más fácil o más clara lo que quiero.

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SO: ¿Cuáles dirías que son esas herramientas?

IC: Por ejemplo, todo el mundo de construcción de personajes que se ocupa en el método actoral me funciona muchísimo para escribir personajes. Lo que hace una actriz para crear un personaje como la creación de psique, de mundo interno, de antecedentes son herramientas que paso de manera directa cuando escribo. También, el sistema de pensar, diseñar u ordenar espacios para la ficción que ocupo en la dirección funciona muy bien cuando escribo porque me permite tener claridad de en qué lugar se está desarrollando la escena, tanto espacialmente en el aparato teatral como en el universo ficcional de mi cabeza. Así logro generar espacios de manera más creativa y compleja. Esas son dos herramientas que tengo muy claras.

SO: Pienso en varias de tus obras como Cero, Besfader o la adaptación de La vida es sueño, que hiciste junto a Antonio Salinas. En ellas los personajes suelen ser bastante segregados, ¿qué es lo que te interesa de trabajar en estos caracteres que todo el tiempo están aislados?

IC: Ese tipo de personajes me seducen porque pienso que suelo escribir desde la figura arquetípica del personaje. Me interesa la estructura del viaje del héroe contada por un antihéroe, por alguien cuyo destino no es grande, por personajes “orilleros”, la gente mundana como todos, los que no están destinados a algo hasta determinado suceso que vuelve su vida hasta cierto punto extraordinaria. El teatro crea un referente con alguien que lo lee o presencia, vivimos pequeñas tragedias contemporáneas, aunque no formamos parte de esas figuras arquetípicas. Una persona que va al teatro y ve esa clase de personajes puede sentirse identificada. Aunque seamos “orilleros” algo muy grande nos puede pasar. Por eso me interesan esos personajes.

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SO: En Cero, Enrique, uno de los personajes, tiene una anagnórisis al ver a una rana, es decir, lo diminuto se vuelve contundente. ¿Cómo te interesa construir los instantes de revelación en tus personajes y, por otra parte, en el público?

IC: Muchas de las cosas que hago en el teatro tienen que ver con las tres grandes preguntas: ¿quién soy? ¿de dónde vengo? y ¿a dónde voy? De manera casi involuntaria, las revelaciones del personaje siempre tienen que ver con encontrar la respuesta o una parte de la respuesta a alguna de esas tres preguntas. El proceso de escribir, para mí, es casi esquizofrénico. Cuando estoy escribiendo una obra, los personajes hablan en mi cabeza. A partir de la escritura, me contesto muchas veces parte de esas preguntas por medio de los caracteres. Creo que esas revelaciones suceden en los momentos más cotidianos e inesperados de la vida, se encuentran en detalles minúsculos. No son momentos rimbombantes. Trato de pasar al texto o al escenario, esa representación de los momentos que parecen sin valor, pero realmente poseen un significado enorme.

SO: Cuando montas una obra, ¿qué expectativas tienes en cuanto a la recepción del público?

IC: Lo primero, que vaya la gente (risas). Es muy difícil el público teatral, depende de un montón de cosas. Hay teatros que ya tienen un público asiduo; otros que no, entonces hay que generarlo. Hay zonas donde la gente no acostumbra a ir al teatro y otras donde sí. Ese es un primer factor en relación a mis expectativas. Espero que la gente vaya. Por otra parte, ante la recepción de un espectáculo escénico, lo que siempre persigo es que, por lo menos unos segundos, el espectador experimente la ficción, se involucre en ella. El proceso que se da entre espectáculo-espectador es un momento de comunión y de pactos. Entro al teatro y hay un pacto de realidad. Por el proceso de anagnórisis de un personaje, se logra que el espectador experimente una catarsis. Es mi ambición más grande. También persigo que a los espectadores les suceda algo a partir de vivir el fenómeno teatral.

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SO: ¿Qué factores atraen o no a la gente para ir al teatro en Ciudad de México?

IC: La cartelera cultural es vasta, entonces a veces puede ser más atractivo ir a cualquier otra actividad de esa oferta que al teatro. Para esto puede estar en medio una mala experiencia en el teatro. Cuando uno va al teatro por primera vez y se la pasa mal, no vuelve a ir. Vacunas a la gente. Hay muchas personas que tienen una idea del teatro como algo que es raro, caro o mentira y asumen que vale la pena invertir tiempo y dinero en otro lugar.


SO: ¿Cómo fue tu experiencia estudiando actuación en la Casa del Teatro?

IC: Me formé como actriz persiguiendo la idea de ser directora, necesitaba saber qué hacía un actor para pedirle que hiciera cosas. En el país hay pocas escuelas de actuación. Formarme en la Casa del Teatro fue increíble, el proceso tiene que ver con el ente de tu persona como sujeto de ficción. Está el cuerpo en entrenamiento, la mente, el mundo interno, las herramientas técnicas vocales… Es una formación completa en función de alguien que se va a parar en un escenario a proyectar una energía extraordinaria para contarle su mundo.


SO: Al dirigir la escuela de donde egresaste, ¿cuáles son tus prioridades o proyectos?

IC: En la Casa del Teatro está la licenciatura en actuación, pero la escuela ha crecido y tenemos otras opciones de formación: diplomados y talleres, por ejemplo. Ahora que estoy acá, busco ampliar la oferta hacia el número de los diplomados y especializaciones para gente que ya estudió teatro, en áreas como dirección o dramaturgia.

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SO: ¿Con qué dramaturgas y dramaturgos percibes correspondencia?

IC: Cuando empiezas a escribir tienes grandes referentes, es ahí de donde partes. Pienso en Beckett, en su escritura, sus personajes; en Chéjov y sus sistemas de dialogación; en Ibsen… Pero definitivamente, en estos tiempos me siento en correspondencia con mis contemporáneos. Me gusta hacer eco con Cynthia Fernández Trejo, Aldo Martínez Sandoval, Susana Meléndez, Fernanda Bada o Estefanía Norato. Tengo la sensación de que la apertura y las relaciones que hay hoy día con nuestra generación tienen una relevancia que ya no tiene que ver con la competencia, sino que existe una noción de pertenencia. Leer o ver las obras de mi alrededor nutre mi trabajo de manera fuerte y directa.

Las fotos que acompañan las entrevistas son cortesía de Sandra Félix y pertenecen a Reminiscencias / Retratos de familia, obra montada en septiembre de 2023, en la Biblioteca de México.



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Sandra Félix.

Sandra Félix (Ciudad de México 1961) estudió la carrera de actuación en The Arts Educational Schools en Londres, Inglaterra; dirección escénica con el maestro Ludwik Margules y pedagogía teatral con Luis de Tavira, en el Núcleo de Estudios Teatrales de la Ciudad de México. Ha dirigido más de cuarenta obras, como Este paisaje de Elenas, de Elena Garro; Feliz nuevo siglo, Doktor Freud, de Sabina Berman; Polvo de mariposas, basado en Las olas de Virginia Woolf, o Los días felices de Samuel Beckett. Desde 1989 fundó El Taller de Teatro de la Biblioteca de México. También ha sido maestra en diferentes instituciones como El Centro Cultural Helénico, la Academia de San Carlos, Casa del Teatro, Centro Universitario de Teatro y Casa Azul. Ha dado talleres, asesorías y conferencias en distintos lugares de la República Mexicana.

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Ingrid Cebada.

Ingrid Cebada (Xalapa, 1990). Dramaturga, directora y actriz mexicana. Licenciada en Actuación por la Casa del Teatro de la Ciudad de México. Cursó parte de su carrera profesional en la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana. Fundadora de Los Ampliamente Desconocidos. Directora escénica del colectivo teatral La Maniobra. Ha obtenido el premio del Concurso Nacional de Expresión Literaria La Juventud y el Mar 2008 y el Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido 2017. Fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de dramaturgia.


Sabina Orozco. Estudió Letras Hispánicas en la UAM-I. Fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas (2017-2019). Publicó La lengua de los osos polares (Osa menor, 2021). En 2021 ganó el Premio Nacional de Poesía Cervantes Vidal con el libro Cosas que no contaré a mis padres (Malabar, 2023). Ha sido becaria del FONCA en el área de poesía (2022-2023). En 2023 formó parte del programa de residencias literarias en Vil•la Joana organizado por la UNESCO y el Ayuntamiento de Barcelona.