Banner del texto 'Hágalo usted mismo' de Fernanda Bada

El teatro es de las artes menos privilegiadas cuando se trata de buscar recursos que permitan su montaje sin descuidar a quienes se involucran en el proceso creativo y de escena. Fernanda Bada expone los motivos que la mantienen en este mundo tan adverso como apasionante.

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Montaje de Pensar lo definitivo. Foto: Fernanda Olivares.

Nunca he aplicado a coinversiones o Efiartes con un proyecto personal, si les soy honesta no sé mucho de producción. Las pocas cosas que he montado han sido por invitación o por iniciativa. Cuando es por invitación, la compañía que busca mis servicios profesionales tiene muy presente la convocatoria a la que desea aplicar. Básicamente, antes de dirigir un proyecto, me encargo de redactar el concepto, la justificación, hago el cronograma de actividades, firmo cartas, tengo juntas con creativos, acepto el presupuesto, el casting. Se envía el proyecto y se esperan los resultados. La espera puede ser larga, casi siempre lo es.

De no ser financiado el proyecto, estamos bajo el entendido que trabajamos administrativamente gratis y no hay manera de llevar adelante el montaje sin presupuesto.

Este es el sueño de todos. Esta es la lucha de muchos. El trabajo administrativo, el mundo de las ideas en papel que espera el recurso monetario para volverse escena. Esto de hacer proyectos se volvió un acto colectivo, teatral. Firma la carta, manda la nota, ponle diseño, pasa semblanza, consigue el teatro, ordena por fecha, subraya los nombres, consigue el talento, no importa que luego no esté, igual ni ganamos, el chiste es meter. ¿Y si no? Pienso… ¿Qué clase de proyecto se puede realizar sin el apoyo económico de una institución?

Tal vez uno que no esté destinado a presentarse en un teatro. Al menos en mi experiencia ha sido así.


Durante la pandemia, cuando todas las temporadas de teatro fueron canceladas, fui invitada a participar en unas lecturas dramatizadas por Zoom. El presupuesto que se dio para ese ciclo de dramaturgia fue de $450 pesos por actor. Si bien, era un ejercicio simple, leer una obra, frente a una cámara, cada actor desde su casa; yo me puse como reto diseñar esa experiencia que a mí me hubiese gustado consumir en épocas de encierro. A raíz de esta necesidad, decidí invertir los ahorros de una beca en pagarle a un ilustrador, a un diseñador multimedia y por qué no, darle un aumento a los actores que me ofrecerían su presencia a la vieja usanza. En el proceso de realización, me di cuenta que hacían falta más creativos. Sin más recursos económicos, apareció la posibilidad del truque. Un amigo, que hace diseño sonoro, me compuso un par de piezas musicales a cambio de unas grabaciones de voz que necesitaba para un taller. Aprendí a hacer carteles, pedí prestada utilería, cambié el internet a fibra óptica. El resultado fue tan interesante que todos los espectadores que nos acompañaron en línea ese día pensaron que nuestra apuesta virtual había sido pregrabada. Esto me hizo pensar que tenía que recuperar la inversión de alguna manera. Fue por eso que decidí grabar lo que habíamos hecho en vivo, contraté un sonidista para tener un buen back, el mismo diseñador multimedia me hizo la edición del material y logré vender una función al Centro Cultural de España en México (CCEMx). Esa función, hoy en día, sigue en línea por si gustan darse la vuelta y desquitar el precio que apenas alcanzó para recuperar la inversión:

Me parece que cuando uno crea sin apoyo, lo que sustenta la creación es la necesidad de hacerlo. Hay algo vital, por no decir natural, que mueve cielo, mar y tierra para sacar adelante una idea que ha estado retumbando en el interior. Lo único que verdaderamente se necesita es tener la confianza en uno mismo, en sus recursos, en la propia trayectoria y las relaciones que se han gestado a lo largo de la vida. Compartir nuestras ideas, nuestros mundos, puede hallar resonancia en otras personas dispuestas a echarte la mano. Sin buscarlo, descubres entre pláticas casuales a alguien que tiene un espacio cultural abierto a recibir propuestas teatrales. Tomas nota, le escribes, pides informes, haces un pequeño texto explicando tu idea de puesta en escena. Consigues fechas, un buen acuerdo en porcentaje y pones manos a la obra. Todo eso que alguna vez te imaginaste hacer, lo haces. Parece que hay claridad y contundencia en cada paso que das. Sabes quiénes son tus aliados, conoces tus debilidades y encuentras la forma de no autosabotearte.


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Montaje de Pensar lo definitivo. Foto: Fernanda Olivares.

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Publicaciones donde aparece el trabajo dramatúrgico de Fernanda Bada.

Siempre he pensado que la vida y el contexto te da el material de escritura. Los discursos personales siempre encierran actos políticos. Conforme pasa el tiempo, descubro que he encontrado en las emociones negativas —llámese tristeza, enojo, frustración, miedo, incertidumbre — un gran torrente creativo y profundo que conecta con la insignificancia del ser humano. Reírse de uno mismo es importante, más cuando te animas a desarrollar un unipersonal. No hay grandes ambiciones, puro arrojo recreativo.

A finales de año, después de una ruptura sentimental, me animé a acabar un texto que tenía como propósito limpiar energéticamente mis encuentros sexoafectivos. Como si esto no fuera poco, me di a la tarea de poner en práctica dicha desintoxicación desde la elaboración de la pieza, hasta el término de la temporada misma. Para este ejercicio escénico le ofrecí a la diseñadora gráfica, dicho sea de paso mi prima hermana, una residencia artística en mi casa para crear juntas el contenido visual de la obra. Invertí en un taller de unipersonal para adquirir más herramientas y confianza escénica. Un amigo se ofreció a darme lecciones de bajo. Le di a leer mi texto a una diseñadora de vestuario y le ofrecí los materiales para la realización del mismo. Me acerqué a una colega para que asistiera mis ensayos de piso; y a una arquitecta para armar un buen diseño espacial; además de que me ayudó a grabar un video musical. Al final, la pieza, bastante movible, dio para pagarle a cada uno de ellos y por primera vez, pagarme a mí. Con este dinero le puse subtítulos al video de la pieza para probar suerte en otro país.

@pensar_lodefinitivo es la cuenta que creé en Instagram para compartir el material visual y sonoro que junté en la realización de mi unipersonal. La página sigue en construcción y está inspirada en la iniciativa de Rosalía y su página @holamotomami.


Si yo tuviera recursos, en definitiva me gustaría ofrecer trabajo, desearía tratar con todos los creativos que se involucran en el teatro. Me gustaría pagar por las buenas ideas y no tanto por grandes producciones. No buscaría lo ostentoso, sino la magia, las posibilidades creativas de reciclaje y utilidad. Buscaría transformar las cosas, tratarlas, y sobre todo comunicar. Si yo tuviera dinero, claro que contrataría una productora que me ayudara a ser realista entre mis deseos y mi presupuesto, que fuera una experta en la elaboración de carpetas. Sin pensarlo, me acercaría a una gestora para conseguir más convocatorias, más presentaciones y una buena campaña de difusión. Para mí una obra exitosa es aquella que convoca a personas que por nosotros mismos no lograríamos alcanzar. Pero para que eso suceda, primero hay que crear. Y el primer paso es hacerlo uno mismo, aunque no toquemos los recintos más conocidos del país.


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Montaje de Pensar lo definitivo. Foto: Fernanda Olivares.


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Fernanda Bada.

Fernanda Bada (Veracruz, 1991). Dramaturga y actriz. Egresada de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana. Becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas (2018-2020). Fue residente de la Fundación Antonio Gala en Córdoba, España. Trabajó como guionista junior en la casa productora Perro Azul. Como dramaturga escribió Náutica, mención honorífica en el premio Dolores Castro 2020; Bikini Redquiem in Pace, obra finalista del Premio Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo 2019; y Mirracio, obra publicada en el Premio Independiente de Joven Dramaturgia Teatro Sin Paredes 2015. Sus textos han sido montados por la compañía la Maniobra, Los Bocanegra, Teatro Última Fila, Mi cabeza está en Tijuana y el Colectivo Otro Suelo.