Banner del texto 'Islandia, la tierra santa del barrio' de Antonio Moreno Montero

En un tono fluido y familiar, el autor mexicano relata sus aproximaciones librescas sobre Islandia mediante postales llenas de humor.

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Ilustración de Atlas del descubrimiento del mundo, de Chaliand, Gérard y Rageau, Jean-Pierre, Alianza Editorial, Madrid, c. 1986, p. 123. Biblioteca personal José Luis Martínez.

I. Que me pongo filósofo, carajo

Cuando les dije a mis amigos Julio Jensen y Jan Gustafsson, ambos destacados profesores de la Universidad de Copenhague, que visitaría una de las ciudades capitales del alto norte, cruzaron miradas (no de desconfianza, de curiosidad compartida). El término geográfico alto norte lo empleo aquí para referirme a esa parte del planeta en la que coinciden el círculo polar ártico, Escandinavia y los linderos con los países bálticos. Hábil en reunir información con los mercaderes y cazadores, Heródoto, el que es considerado el padre de la Historia, no puso un pie en esa región, pero sí que le quitaban el sueño los relatos sobre las costumbres de sus pobladores. Al igual que los cartógrafos de la Antigüedad, solía llamarla tierra de los hiperbóreos o la tierra de la nieve permanente. Si Richard Brautigan decía que algunas ciudades de los Estados Unidos eran conocidas como la capital del melocotón o la capital de la cereza y que siempre había un festival con la fotografía de una chica guapa en bikini, yo podría decir casi lo mismo, pero no con ese sentido peyorativo que pueda sugerir la frase: Reikiavik es la capital de todos los manicomios del mundo.

Que aparentemente todo lo tenga resuelto, según el modelo nórdico y su estado de bienestar funcionando como una máquina, Islandia me resulta más allá de lo inconcebible, una verdadera locura. Cualquier estadística sobre Islandia, reafirma el argumento anterior. Al mismo tiempo, agita el orgullo que apasiona a los isleños, pero deja al descubierto ciertos complejos. No estoy muy seguro si esto pueda formar parte de un rasgo distintivo de las personas que no vivan en tierra firme, como para legitimar “el síndrome del índice per cápita” que atenaza a esta isla de no menos de 350 mil habitantes y que a ellos les gusta exhibir mediante la publicidad que se difunde por todos lados.

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Ilustración de Atlas del descubrimiento del mundo, de Chaliand, Gérard y Rageau, Jean-Pierre, Alianza Editorial, Madrid, c. 1986, p. 169. Biblioteca personal José Luis Martínez.

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Ilustración de Narrative of Discovery and Adventure in the Polar seas and Regions, de Professor Leslie, Professor Jameson y Hugh Murray, Esq. F.R.S.E., Harper & Brothers, Nueva York, c. 1836. Biblioteca personal José Luis Martínez.

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Ilustración de Narrative of Discovery and Adventure in the Polar seas and Regions, de Professor Leslie, Professor Jameson y Hugh Murray, Esq. F.R.S.E., Harper & Brothers, Nueva York, c. 1836. Biblioteca personal José Luis Martínez.

Es parte del negocio, los isleños viven del turismo. Han convertido Islandia en un gigantesco parque temático y por eso, dependiendo del panfleto, los promotores insisten en ser los más destacados en todo: aseguran poseer los mejores paisajes de la tierra (y quizá, sí, para la industria cinematográfica, pero hay otras islas igualmente atractivas como Socotra y Nueva Zelanda); las mujeres más bellas; son los más ávidos lectores del universo; en la habilidad de frenar la corrupción en todos los niveles gubernamentales, han asombrado a propios y extraños. Y no elegí la isla como destino para probar o refutar sus méritos, que bien ganados se los tiene.

Un viaje hacia un territorio poco poblado, de montañas calvas, fiordos majestuosos, glaciares y volcanes imperturbables, un auténtico erial si lo comparo con las selvas y bosques floridos de la tierra donde yo nací, he de subrayar que no me provoca desconfianza; por el motivo de ingresar a un mundo parcialmente desconocido, sí me sacude una inquietud a flor de piel inevitable porque el choque físico y emocional son elusivos, si de inmediato adviertes que la isla ocupa un porcentaje altísimo en masa de hielo continental, algo así como cien mil kilómetros cuadrados de hielo endémico. El impacto entre el yo y una naturaleza morfológicamente frígida consentiría inicios de crónica de evocaciones fantásticas: érase una vez, en una tierra lejana, una isla maravillosa hecha de hielo y volcanes. Islandia es el país perfecto para los eremitas, misántropos y estafadores. Después, vienen los biólogos, los vulcanólogos, los expertos en el clima y los glaciares. Bobby Fischer, el genio del ajedrez, fue uno de ellos. Se naturalizó islandés junto con su esposa Miyoko Watai, y aquí trató de hacerse el perdidizo durante un tiempo, hasta que la noticia de su muerte, por una insuficiencia renal, daría la vuelta al mundo en 2008.

Lo sabe cualquier viajero desde el momento en que pone un pie afuera del aeropuerto Keflavik. Sólo hace falta abrir bien los ojos, contemplar el paisaje en derredor para confirmar, a menos que uno esté muy pendejo, que ha ingresado de inmediato hacia un mundo donde lo onírico y lo cósmico son determinantes.

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Ilustración de Narrative of Discovery and Adventure in the Polar seas and Regions, de Professor Leslie, Professor Jameson y Hugh Murray, Esq. F.R.S.E., Harper & Brothers, Nueva York, c. 1836, p. 82. Biblioteca personal José Luis Martínez.

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Ilustración de Narrative of Discovery and Adventure in the Polar seas and Regions, de Professor Leslie, Professor Jameson y Hugh Murray, Esq. F.R.S.E., Harper & Brothers, Nueva York, c. 1836, p. 181. Biblioteca personal José Luis Martínez.

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Ilustración de Narrative of Discovery and Adventure in the Polar seas and Regions, de Professor Leslie, Professor Jameson y Hugh Murray, Esq. F.R.S.E., Harper & Brothers, Nueva York, c. 1836, p. 234. Biblioteca personal José Luis Martínez.


Antonio Moreno Montero es ensayista, narrador y cronista. Colabora en suplementos culturales, revistas y periódicos en Ciudad de México, Colombia, España, Estados Unidos, Dinamarca y Francia. Es también profesor-investigador en The University of Texas-Permian Basin (UTPB). Ha escrito Querida Margot (relatos, 2018); Deseos de comunidad: el personaje intersticial en la novela y el cine de los noventa en México (ensayos, 2016) y una compilación de crónicas: Road to Ciudad Juárez: crónicas y relatos de frontera (2014).