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La misión del bibliotecario —dice José Ortega y Gasset en 1935— no es la simple administración de la cosa libro, sino la mise au point, el afinamiento, diríamos, de la función vital que tiene el libro.

Un ejemplo de ese tipo de bibliotecario, de ese guía no sólo técnico sino intelectual que reclama Ortega y Gasset para conducir al lector a través de la “selva selvaggia de los libros”, como él mismo la llama, es María Teresa Chávez Campomanes.

Nacida el primero de agosto de 1890 en la ciudad de Puebla, Chávez Campomanes estudió en el Instituto Científico, Literario y Normal de esa ciudad para convertirse en maestra de educación primaria. Se mudó a Pachuca, Hidalgo, y luego a la Ciudad de México, donde se inscribió en la Escuela Nacional de Bibliotecarios y Archiveros el mismo año en que ésta se funda (1916) a iniciativa del profesor Agustín Loera y Chávez, subdirector de la Biblioteca Nacional. La Escuela cerró en 1918, por falta de recursos económicos, pero para entonces ella había decidido ya convertirse en bibliotecaria.

El 16 de abril de 1924, Chávez Campomanes ingresó al Departamento de Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública. Fue nombrada ayudante de la dirección en la Biblioteca Iberoamericana, fundada en 1921 por José Vasconcelos. En ella trabajó hasta 1925, y en 1926 se convirtió en directora de la Biblioteca Miguel de Cervantes, cargo que mantuvo hasta 1930, cuando se fue a Nueva York, becada por la SEP, para estudiar en la Pratt Institute School of Library Science, en Brooklyn. En ella obtuvo el título de Bachelor, equivalente a la licenciatura en nuestro país. A su vuelta a México, desempeñó diversos cargos, entre ellos, la dirección de la Biblioteca Pedagógica de la SEP, y la dirección de la Biblioteca Benjamín Franklin, de la embajada de Estados Unidos.

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Entrevista concedida por María Teresa Chávez Campomanes a La Nación, 15 de febrero de 1959.

En 1947, Chávez Campomanes comenzó a trabajar con José Vasconcelos como subdirectora de la Biblioteca de México, vigilando con él la catalogación de los fondos y organizando el funcionamiento de las salas.

Al comienzo de los años cincuenta, Chávez Campomanes decidió estudiar una maestría en letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, que luego profundizó con un doctorado. Lo obtuvo en 1953 con una tesis brillante: Nuestro alfabeto: ensayo de investigación histórica y lingüística, impresa como libro ese mismo año. La Biblioteca de México resguarda un par de ejemplares.

En su edición del 15 de febrero de 1959, La Nación publicó una entrevista con María Teresa Chávez Campomanes. “En la Biblioteca de México, ese mundo de maestros silenciosos, es donde la señorita María Teresa Chávez desarrolla desde hace 11 años una labor intensa que entraña profundo conocimiento de la profesión de biblioteconomía y una extensa cultura”, inicia la nota, sin firma.

En su tercer párrafo, la nota prosigue: “‘Esta biblioteca —nos informa la señorita Chávez, subdirectora del plantel— al principio (1946) fue integrada con ejemplares de otras que fueron desbaratadas, como por ejemplo la Iberoamericana; después, poco a poco se fueron comprando los libros y colecciones que en la actualidad ya están debidamente empastados y catalogados por los métodos más modernos’”.

La nota consigna la formación académica de Chávez Campomanes y también señala que ella ha representado a México en congresos de la especialidad, en Suiza, Estados Unidos, Brasil y Japón.

“‘La biblioteca —dice nuestra entrevistada— cuenta ahora con cerca de 70,000 obras, de las cuales más de 40,000 están ya perfectamente clasificadas; la mayoría son libros modernos, entre los que se encuentran las mejores enciclopedias en inglés, francés, español e italiano, y libros de consulta de todas las ciencias; pero también cuenta con algunos libros muy antiguos procedentes de los conventos, como son dos incunables, varias primeras ediciones —entre otras una Historia general de las Indias del año 1557— y varias gramáticas en lenguas aborígenes… Nuestro establecimiento —nos cuenta— es uno de los más frecuentados por los estudiantes; tenemos un promedio de 900 lectores diarios y más de 1,000 lectores a domicilio. De ellos, el 60 por ciento son lectores de ciencias aplicadas”.

En 1978, la doctora Chávez Campomanes fue nombrada Maestra Distinguida por la UNAM, como reconocimiento a sus más de cincuenta años en la práctica y en la docencia de las ciencias bibliotecarias, y su vasta producción como articulista, traductora y conferencista.

Murió de manera súbita, por un infarto al miocardio, el 24 de febrero de 1981.