Banner del texto Primeros pasos en el paraíso de los libros por La redacción

Desde su fundación en 2006, la Biblioteca Vasconcelos ha sido un espacio de estudio, recreación y convivencia en la zona norte de la Ciudad de México. La variedad de lectoras y lectores que han frecuentado el recinto demuestra la importancia de mantener proyectos destinados al sector de la cultura. El recorrido que abajo se describe fue posible gracias a la detallada información que proporcionó uno de los bibliotecarios, Manuel Alvarado Reyes. Aunque los modos de operación corresponden a tiempos anteriores a la pandemia, el regreso paulatino a esta clase de lugares fundamentales hará posible el reencuentro con acervos tan ricos.

La bebeteca y sala infantil de la planta baja

La sala infantil de la Biblioteca Vasconcelos se creó aproximadamente hace ocho años pensando en la primera infancia. Poco después se estableció un espacio para los bebés de cero a tres años en la planta baja, donde se realizó una meticulosa selección de libros y talleres. Así nació la bebeteca y la población que consultaba el acervo incrementó. En ese espacio los libros se acomodan en pequeñas cajas, sobre la alfombra, para que de manera “accidental” las y los bebés se encuentren con los ejemplares al momento de estar gateando. La disposición de los libros atiende a temas que el personal de la biblioteca cambia cada dos o tres meses. Los talleres son completamente gratuitos y suelen darse a diario, a las once de la mañana y, por la tarde, a las cinco. Se exhorta a madres y padres a sacar la credencial de préstamo para sus hijas e hijos. De tal forma, se genera un historial de lectura desde temprana edad. Los intereses de ese grupo son amplísimos, por eso se piensa en un diverso acomodo de los materiales y la creación de colecciones sujetas a múltiples parámetros: poesía, cantos, lenguas extranjeras, animales, pastas duras o de tela. Además, la infraestructura permite que las y los visitantes hallen en la biblioteca un lugar de esparcimiento igual de respetuoso que seguro; zonas como el espacio de lactancia han sido pensadas para tal fin.

El personal que imparte talleres recibe capacitaciones a través de la biblioteca, está calificado para las actividades desarrolladas en las salas y ofrecer la sensibilidad requerida por el público. Es satisfactorio presenciar cómo madres y padres han interactuado por medio de las actividades formando una comunidad lectora. Hace unos veranos, se llevó a cabo una serie de dinámicas para celebrar el aniversario de Roald Dahl. Las bibliotecarias y los bibliotecarios eligieron historias del autor para realizar talleres. Uno de los más exitosos correspondió al de Charlie y la fábrica de chocolate. El departamento de diseño colaboró haciendo las monedas, los billetes y las impresiones puestas a los dulces.

Venir a la biblioteca también es una forma de aprender códigos de convivencia, de conocer el uso de distintas áreas. En el jardín, por ejemplo, se dan talleres que involucran movimiento y baile, en ocasiones también se realizan narraciones en voz alta. Los libros no pueden llevarse al jardín, salvo que se contemplen dentro de un taller. Esas actividades se ciñen a una planeación rigurosa, quienes las coordinan se preparan en materia infantil a sabiendas de lo complejo de mantener la atención de ese público.

Afuera de la bebeteca se encuentra la placa de la Mátrix Móvil, escultura de Gabriel Orozco. No faltan las niñas y niños que preguntan acerca de su historia; por eso, se les invita a leer o que les lean la placa.

Acervo del primer piso

La sala infantil de la planta baja es para personas de cuatro a ocho años. Subiendo las escaleras, el acervo se destina a pequeñas y pequeños de cero a doce años y se ordena topográficamente. La colección informativa se distribuye del lado oriente; la literaria, en el poniente. Cada sección de la sala tiene un número y color, cada color se ciñe a un tema; por ejemplo, el número 400 comprende lenguas, libros de consulta, diccionarios, enciclopedias y ejemplares en otros idiomas. 500 abarca ciencias puras; 300, ciencias sociales; 200, religión; 100, psicología; y 0, enciclopedias. Hay salas “informales” donde los libros se acomodan por temas que se rotan continuamente, éstas cuentan con alfombras, mesas y sillas para la comodidad de quienes hacen su tarea o investigan. Hay otra sala de primera infancia situada a este nivel donde se colocan ejemplares que también se encuentran en la bebeteca.

El área informativa alberga libros del cuerpo humano, de aves, planetas, mamíferos y dinosaurios. Estos últimos son los más demandados en la sección. A pesar de no hallarse muy a la vista, las usuarias y usuarios la tienen bien identificada. El área de literatura es vastísima. Hay una gran oferta de poesía norteamericana, inglesa, colombiana, española, mexicana, francesa, alemana, latinoamericana. Las bibliotecarias y bibliotecarios tienen un librero para mostrar una selección de temas: libros por editorial, de lobos, de ratones, de granjas, etcétera. El librero que reúne el tema de literatura asquerosa ha tenido gran éxito, a las niñas y niños les encanta lo escrito por David Roberts: Tino el cochino o ¡Puf! ¿Has sido tú, Tino?

Algunos de los libros que más se leen entre personas de ocho a doce años son los títulos de Olivia, de Judy Moody, del Diario de Greg y las historias de Roald Dahl. Entre los clásicos con mayor demanda se encuentran distintas versiones de Los tres cochinitos, los cuentos de Andersen y Drácula. A usuarias y usuarios de esa edad les encanta el terror y el misterio. Por otro lado, el público de bebés suele consultar frecuentemente Mi mamá y Mi papá, de Anthony Browne. Asimismo, el acervo cuenta con libros para manejar cierto tipo de situaciones difíciles. En este caso, ¡No es fácil, pequeña ardilla!, de Elisa Ramón y Rosa Osuna, narra la muerte de un ser querido.

Cerca de 70 mil ejemplares conforman la colección infantil, incluidos los de la bebeteca. Entre aquellos, se cuenta con 14 mil títulos diferentes. Para llevarse alguno a casa, es necesario que quienes estén a cargo de las pequeñas y pequeños saquen su credencial. Sólo se pide una identificación del padre o madre, de la niña o niño y un comprobante de domicilio. La Biblioteca Vasconcelos se perfila como un proyecto alimentado de las relaciones entre los libros consultados y la interacción de sus visitantes. El acervo infantil es una muestra de la versatilidad de las necesidades lectoras; atenderlas es una tarea prioritaria no sólo en un sentido intelectual, sino humano. El juego, la convivencia y el estudio de los públicos resultan fundamentales en el desarrollo de comunidades lectoras.