Banner del texto Aventuras de la palabra y la imagen, María Baranda y Gabriel Pacheco. Conversación moderada por Quetzal León

Dentro del ciclo de charlas “De ida y vuelta. Escritura e ilustración para la infancia en Alemania y México”, en noviembre de 2020, se llevó a cabo la conversación, transmitida por plataformas virtuales, entre la poeta María Baranda y el ilustrador Gabriel Pacheco, con la moderación del editor y diseñador Quetzal León, sobre la conjunción de texto y elementos visuales en un proyecto editorial dirigido a la niñez. Este ciclo fue organizado por la Fundación para las Letras Mexicanas, a través de la Casa Estudio Cien Años de Soledad, y la Feria del Libro de Fráncfort.


Quetzal león: ¿Qué tan importante ha sido en su trayectoria la función del editor?

Gabriel pacheco: Importantísima: es el primer lector que imagina. Es decir, inventar un libro o la belleza de un libro se nota mucho en la sensibilidad del editor que imagina un ilustrador o que incluso busca las palabras de un escritor. Evidentemente, se necesita mucho coraje y ensoñación. Creo que amar a los libros es una cosa que el editor debe tener en un mundo donde el negocio, la profesionalización y el éxito espantan. El editor es piedra fundamental; en esa confianza que le da al escritor o al ilustrador está la libertad, el espacio de creación. Es como el amor; entre más enamorado se encuentra uno, se permite absolutamente todo. El editor con algunos comentarios te va intuyendo. Creo mucho en la intuición: es una forma de ver en el interior, tomando cosas de afuera. En el diálogo del interior a otro interior es donde se comunica con una forma de describir o cómo pedir el proyecto. El editor debe enamorar al ilustrador y al escritor. A final de cuentas, es una pertenencia mutua en la que confío completamente. Cuando un editor te manda una imagen, te asesina; cuando alguien te dice quiero esto exactamente así, con estos colores, ya sabes que ahí el libro ha muerto.

María baranda: Sí, estoy de acuerdo con Gabriel. Y retomando la pregunta de cuándo sabe uno que tiene listo un texto, yo también agregaría: ¿cuándo sabes a quién dárselo? Porque vas desarrollando una intuición, en mi caso por lo menos, de saber a quién te acercas y a quién no. Tengo mis editores porque me gusta cómo sueñan. Y por supuesto tiene que ver con el amor, como dice Gabriel. Con la manera en que me miran he tenido y me he acercado o se han acercado a mí grandes editores. Pero si no ha fluido algo, algo se ha roto: asumo que esa relación no era para mí. Tampoco me gustan los editores que me imponen una idea, como cuando a Gabriel le imponen una imagen. Si a mí me dicen “necesito esto en específico”, no lo voy a poder cumplir porque no nació de una necesidad propia, ya no lo puedo hacer mío; hay algo que se me cierra. Los editores a los cuales me acerco establecen una relación muy especial de confianza, hay algo que fluye en la conversación. Hay veces que hemos imaginado el libro antes de que se trabaje con el editor.


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QL: Al final hay una realidad, la del mercado. Esa realidad nos indica que los editores tenemos que llegar año con año a ciertas fechas con novedades. En el caso particular de México, todos trabajamos para llegar con novedades a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, porque es el momento del mercado, de la reunión, del medio editorial y ahí se lanzan novedades. No hay que olvidar que la profesión de poeta, de escritor, de ilustrador, de hacedores de libros como tal, conlleva no solamente el recubrimiento artístico, sino a la gestión cotidiana que tiene que ver con tiempos de entregas, revisiones, facturación, cobros, o tocar base con el agente literario o el agente ilustrador. ¿Cómo lidian ustedes desde el punto de vista no solamente creativo, sino también de gestión? ¿Cómo lidian con eso sin perder la calma?

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Texto de María Baranda e ilustraciones de Gabriel Pacheco

MB: Ahí sí son caminos distintos, creo, el de Gabriel y el mío. Para mí, el tiempo es lo más importante en la poesía y en mis relatos, y ahí no permito que entre ni el mercado, ni el editor, ni la feria, ni nadie. No tolero la presión, aunque en ocasiones puedo adelantarme y entregarlo antes. Soy una mala escritora en ese sentido para una casa editorial que tuviera demandas de mercado muy rápido, pero la escritura requiere un tiempo de cocción. Hay libros que yo he dejado descansar hasta cinco años… y ni modo. Si ese libro requería esos cinco años, yo no puedo recibir ninguna presión de mercado. Es completamente distinto a como trabaja Gabriel, estoy segura, porque él recibe un texto y claro que tiene otra presión, ¿no, Gabriel?

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Libro de Octavio Paz ilustrado por Gabriel Pacheco

GP: Sí. Después de un tiempo he logrado sortear esta situación que es, desde mi punto de vista, absurda. María tiene razón: escribir o crear imágenes debe nacer con un tiempo. Es como querer que una planta crezca en dos días, y esto es un conflicto muy grande para un ilustrador que quiere o pretende tocar partes creativas. Quevedo tiene una frase muy bella: “vivir en conversación”, que es un poco lo que he hecho desde hace ya tiempo, anticiparme a los libros y a las imágenes. No uso un cuaderno de apuntes para dibujar, utilizo un cuaderno para escribir ideas; no las dibujo, lo que hago es preguntarme ¿qué es esto o aquello?, ¿qué es la tristeza?, ¿qué la alegría?, ¿qué es un árbol? Cuando veo un árbol que me fascina me pregunto por qué me fascina. Me hago preguntas y las escribo. Es decir, vivo en conversación en todo momento. Hay tópicos, hay temas, hay ríos que son las mismas aguas y diferentes a la vez. Cuando me llega el libro tengo imágenes o preguntas, sobre todo preguntas. A veces tengo que ilustrar un libro en un tiempo imposible; esto es bastante cruel en el mundo de la ilustración, que vive en un sistema de producción económico y eso no lo puedo evitar. Decirte que vas a hacer un libro en tres, seis meses, un año, es también una condición de miedo y de ansiedad, sobre todo de ansiedad. Tener la idea de una conversación anterior, antes de que suceda el libro es como una premonición. Cuando estoy viendo el mundo y me fijo sobre un tema, por casualidad ⸺dirían algunos⸺ llega el libro que toca ese tema. Entonces me siento contento de sacar las preguntas en la mesa, dibujando, anticipándome a los libros, a las palabras viviendo en realidad.


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QL: Actualmente el medio editorial se somete a una vorágine incompatible con la realidad del alma. ¿Creen que estamos desfasados entre los sentimientos del cómo se construye el individuo a partir de las preguntas, las sensaciones, y el producto editorial como gremio y medio?

MB: Si lees la historia de la literatura o lees historias de vidas de autores, te das cuenta que siempre ha sido así. Cómo uno va desplegando cuestionamientos o maneras de estar en el mundo no tiene nada que ver con el tiempo del otro, pero siempre ha sido así y cualquier autor, cualquier artista lo sabe. Tú tienes que estar más allá de lo que te están pidiendo, tienes que estar en un mundo ⸺digamos, e, un mundo editorial⸺ de ferias, donde llega tu producto, lo que haces, pero a la vez tú vives otra realidad. Es como si estuviéramos hablando de la teoría de las cuerdas: son realidades simultáneas, tienes que sortearlo porque lo primero que tienes que proteger es tu espíritu. Un buen artista o escritor tiene un espíritu auténtico y esa autenticidad es lo único que va a salvar tu palabra, lo que va a quedar, lo que le estás otorgando al otro. Eso es lo único que te puede salvar y para lograr esa autenticidad tienes que salvarte y protegerte. Suena un poco absurdo, pero así es. Sé que deber entregarle al editor un texto o imágenes en determinado tiempo genera, como dice Gabriel, mucha ansiedad. A veces te da hasta miedo, es algo inquietante que tienes ahí, pero debes aprender que hay un tiempo fuera del tiempo y es en el que haces o en que las cosas se hacen. Si se hace la palabra va a encontrar su lugar en el tiempo requerido ⸺digamos del interior⸺ y a lo mejor no corresponde al tiempo del editor. Quizá se me va la feria, la edición de ese año, a mí no se me va a ir ese poema o ese relato. He tenido la suerte de trabajar con editores que me quieren y son pacientes, que me dicen: “bueno, María, está bien”, y después de dos o tres años llega mi libro. Nos toca salvarnos del mercado. Claro que tenemos facturas por pagar, claro que hay que comer y están la renta y los hijos, pero tienes que lograr vivir de otra manera para preservar tu creación.

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Ilustración de Yael Salas - Ibex Ly.

GP: Son muchas realidades las que uno habita. A mí me pasa que entre más despacio hago las cosas, más defiendo la posibilidad de tener espacio en esta paradoja de cumplir un proyecto rápidamente en menor tiempo del necesario. Pareciera que las veinticuatro horas de mi vida estoy ilustrando no sólo un libro, y es la única manera que he encontrado para defender, como dice María, esa palabra o esa imagen que estaba buscando. Significa tiempo de vida en donde quizá no has dormido. O, si has dormido, tienes ansiedad, pero tu cabeza estaba ahí. No es una imagen cualquiera, es propiamente tu tiempo de vida. Creo que por fortuna el mundo editorial es de muchos contrastes y gran parte del valor de pequeños sellos editoriales es que te brindan un respiro en este mundo tan vertiginoso. Publican uno, dos o tres libros y lo hacen con otro sentido. La lentitud es una actitud de luchar, si no terminas siendo lo que todos esperaban que fueras, pero acabas traicionándote al cien por ciento.

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Ilustración de Yael Salas - Ibex Ly.



María Baranda ha escrito varios libros de poesía, y ha recibido muchos premios como el Nacional de Poesía Aguascalientes, el Ramón López Velarde y el Sabines-Gatien La Pointe en Canadá. Libros suyos han sido publicados en Bélgica, Canadá, Estados Unidos, China e Inglaterra y sus poemas han sido traducidos a diversos idiomas. También ha escrito varios libros para niños, los cuales han recibido reconocimientos como la Mención de Honor del White Ravens y el Ragazzi Award en Italia, el Premio Barco de Vapor de México y la Lista de Honor del International Book on Board for Young People. En 2017 fue la Embajadora de la Feria International de Literatura Infantil y Juvenil de su país. En 2019 recibió el Premio Iberoamericano de Literatura Infantil y Juvenil-SM. Actualmente es la tutora de Poesía en la Fundación para las Letras Mexicanas.


Gabriel Pacheco estudió escenografía en el Instituto Nacional de Bellas Artes. Es considerado uno de los mejores ilustradores mexicanos. Ha obtenido numerosos reconocimientos y premios internacionales. Sus obras se publican en México, Brasil, Estados Unidos, Portugal, Corea, Japón, España, Francia e Italia. Es director de arte de la exhibición de ilustración de “Le immagini della Fantasia”, que ocurre cada año en Sarmede, Italia. Para el Fondo de Cultura Económica ha ilustrado títulos como Hago de voz un cuerpo, La bruja y el espantapájaros, Arenas movedizas, una obra sobre cuentos de Octavio Paz, e Ícaro.


Quetzal León Calixto es diseñador gráfico e ilustrador. Ha recibido varios premios de diseño y ha sido seleccionado en algunos certámenes de diseño e ilustración en México y el extranjero, como el a! Diseño, el Premio Quórum, el Premio Caniem al arte editorial, el Premio Daniel Gil, la Bienal de Ilustración de Bratislava y la Trienal de Cartel de Lahti, entre otros. Ha participado en foros como el Cilelij, FIG Bogotá, FIL de Boloña y FIL de Taipei. Es director de arte de SM para México y varios países, y forma parte del comité organizador de Iberoamérica Ilustra. Ha sido jurado del Premio Internacional de Ilustración Feria del Libro de Boloña-Fundación SM y Latin American Ilustración, entre otros. Es editor independiente con el sello La Herrata Feliz. Su trabajo plástico y de ilustración ha sido expuesto en varios países. Como autor cuenta con varios libros publicados.