
Anoche llovió tan fuerte
que hoy salí de mi escondite
para ver a los insectos
que habían hecho su convite.
Parece que tienen miedo
de mi lengua pegajosa
pero yo no como insectos,
orugas ni mariposas.
Soy una rana gimnasta
y me gusta comer mangos,
los que ya tiró la noche
con sus dos enormes manos.
Qué dulce suena la fruta
cuando revienta en el suelo,
cómo crujen las ramitas
si le caen gotas del cielo.
Todo se pone muy verde
cuando pasa una tormenta,
el suelo huele a gusanos
con un poquito de menta.
En las ramas me sostiene
una sola de mis patas,
parece que soy de goma
soy una rana gimnasta.
Soy tan verde que parezco
solo parte del paisaje,
pero si baja la noche
sus estrellas danzarinas,
las luciérnagas aplauden,
ellas miran mi rutina:
¡Bravo, Nadia, bravo, rana!
Me sostengo en una pata.
Soy muy verde, soy de goma,
soy una rana gimnasta.

Ángel Vargas (Acapulco, 1989) estudió lengua y literaturas hispánicas en la UNAM. Ha publicado cinco libros de poesía: A pesar de la voz (Mantis Editores/Secretaría de Cultura de Jalisco, 2016), Límulo (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2016), El viaje y lo doméstico (Praxis/Secretaría de Cultura de Guerrero, 2017), Búnker (Mantis Editores/Écrits des Forges, 2019) y Antibiótica (Fondo Editorial Tierra Adentro/Secretaría de Cultura de Jalisco, 2019). Ha sido becario del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico de Guerrero (2013), del Programa de Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2014-2015; 2019-2020) y de la Fundación para las Letras Mexicanas (2017-2019). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino en 2019 y este año ganó el Certamen Nacional de Literatura Laura Méndez de Cuenca por el poemario Nada de cruces.