Editorial

MIGRACIONES CULTURALES

Por Dania M. Vándalos   |    Junio de 2024


Hay espacios de silencio que nos dan cobijo, como leer en una biblioteca. También sucede, por momentos, que el mundo externo calla y al mismo tiempo nos da pistas, como un espejo: es el caso amable de la literatura. Pero en ocasiones, el mundo interno se queda en vilo y enmudece a la vez que se traslada: migramos siguiendo un faro a veces dibujado en sueños y muchas más veces impuesto por las circunstancias; entonces lo figurado se vuelve un espejismo.

En tales casos, el espacio y los comportamientos transitan a la par, ya sea a nuestro paso o al hostil compás de las fronteras, de las nuevas formas que cercan el camino o que cruzamos en rebeldía, de las transformaciones ajenas que nos desplazan a la fuerza. Observamos y nos inunda el contexto. No sólo se muda en cuerpo, la mente igual se expande. Migran los significados según la perspectiva y nuestra capacidad de asombro.

Así lo han comentado en sus diversas colaboraciones las autoras y los autores reunidos en este número –el 185–, en la nueva época de la revista Biblioteca de México, De Ciudadela a Vasconcelos, dedicado a un cariz de la migración: en lo tocante a lo literario, lo popular, al lenguaje y sus variaciones para hablar y escribir, las maneras distintas de comer, sentirse y comportarse en otros lugares y a lo largo del tiempo, en el que también migran los soportes tecnológicos para las películas y las formas de hacer música, de moralizar, concebirse, tener familia o mejor mascotas. Suelen ser infaustas las razones para cambiar de sitio en el mundo, y no se deja de lado las penurias de mudarse, la añoranza. El desarraigo es inevitable y exige adaptarse a una nueva cultura, a la extrañeza. Pero también hay curiosidad y fascinación: un trasiego perdurable supone incluso ganancias, inmediatas o postreras. Los traslados geográficos y emocionales –las aproximaciones– conforman nuevas identidades, y de ellas surgen otras palabras, libros distintos, no las que llegaron sino otras literaturas.

En su larga trayectoria, esta publicación ha difundido el acervo de las dos bibliotecas que representa: materiales poco accesibles, valiosas memorias y peculiaridades de sus fondos. En la nueva edición de la revista iremos reuniendo esos descubrimientos en su propia sala digital: “Libreros y Hallazgos” de los recintos –serenos e imponentes– que los resguardan en papel.

Damos una cordial bienvenida a la comunidad lectora y agredecemos la amable disposición de quienes han escrito en este número, así como el invaluable apoyo del equipo bibliotecario de los fondos personales y las distintas salas de la Biblioteca de México y la Vasconcelos.