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Esta historia en honor a su quehacer literario y humano no pretende empezar por el principio, sino in medias res, a mitad de la acción, y así se propone terminar, aunque haya un punto al final de este homenaje. Las memorias escritas y vividas por Margo no se limitan a un espacio y un tiempo específicos, sino que transcienden las fronteras geográficas, así como los espacios temporales. Su labor intelectual se proyecta en numerosos ensayos críticos y de investigación, cuentos, novelas, traducciones y artículos periodísticos. Además, sus textos literarios son disfrutados no sólo por los lectores mexicanos, sino también por aquellos de la comunidad internacional que, gracias a su traducción a varios idiomas, disfrutan de su emotiva y polifacética palabra escrita.

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Margo Glantz, 1985. Foto de Rogelio Cuéllar.

La apasionante curiosidad y calidad escritural vista desde los inicios en las obras de Margo se aprecia también en sus otras actividades educativas, investigativas, administrativas, periodísticas y personales. Su gusto y amor por las artes y la manera en la que se perfecciona su trabajo han evolucionado al paso del tiempo. En los años del llamado Milagro Mexicano, ella era una estudiante mexicana de preparatoria de ascendencia judía y ucraniana. Desde su ingreso a la escuela universitaria en Mascarones y, más tarde, en la Universidad Nacional Autónoma de México, adquirió una gran preparación académica interdisciplinaria y acumuló un aprendizaje práctico respaldado por las enseñanzas de escritores extranjeros y mexicanos influyentes, entre ellos Alfonso Reyes y Rodolfo Usigli. No satisfecha con concluir dos licenciaturas, una en letras modernas y otra en historia del arte en 1951, así como una maestría en letras modernas en 1953, Margo decidió viajar a Francia para completar un doctorado en La Sorbona.

Honor a quien honor merece. Así en la actualidad, ella cuenta en su haber con numerosos premios por su obra creativa, es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y, desde 1994, después de haber acumulado una larga experiencia como docente, tiene el título de profesora emérita en su alma máter, la UNAM. Fue precisamente en esta última institución en donde se consolidó también como profesora y guía de incontables estudiantes y colaboradores. En sus actividades catedráticas, impartió clases de literatura mexicana, latinoamericana y comparada. También fue profesora visitante en varias de las universidades más prestigiosas en Estados Unidos, Francia y España. A lo largo de distintas entrevistas, nuestra autora resalta ese amor por la docencia, por sus compañeras de trabajo, por los estudios y, sobre todo, por su labor literaria.

Orgullosa de sus recuerdos, caminó siempre altiva, firme y segura de sí misma por entre los espacios radiofónicos, las aulas y los rincones administrativos durante su vida dentro y fuera de los espacios escolares. El excelso bagaje cultural que adquirió a través de sus múltiples lecturas, en la UNAM y La Sorbona, se ha acrecentado por sus constantes viajes alrededor del mundo, donde ha tenido la oportunidad de visitar museos y exposiciones culturales. No sorprende que ella, quien comenzara a publicar sus ensayos críticos y traducciones desde finales de los años cincuenta, aún mantenga una fuerte presencia en las letras mexicanas y en la literatura a nivel global.

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“Para Carlos, mis tormentos en un vaso de agua”. Así dedica Margo Glantz a su amigo Carlos Monsiváis el libro Síndrome de naufragios, 1984. Biblioteca Personal de Carlos Monsiváis, Biblioteca de México.

Antes de comenzar su prolífica y erudita producción, en 1971 Margo marca un hito al acuñar el concepto de “la literatura de la Onda” en referencia a las obras de los jóvenes escritores mexicanos publicadas en los años sesenta. Su fascinante trayectoria creativa sigue evidenciando esa vitalidad que comparte desde 1978, cuando publica su primer libro de ficción: Las mil y una calorías, novela dietética. Sin embargo, es con Las genealogías (México, 1981), novela compuesta por diversas introspecciones y crónicas publicadas previamente en el periódico Unomásuno, que logra atraer la atención de un público más amplio y deseoso de disfrutar de sus historias autobiográficas. Esta novela sigue siendo una de las más estudiadas por los críticos, quienes han resaltado el interés de Margo por descubrir a través de su escritura creativa su identidad híbrida y, a su vez, redefinir lo que significa ser mexicana, judía y ucraniana. En Las genealogías muestra lo complicado de identificar a una persona migrante por medio de un solo nombre o, mejor dicho, por sus varios nombres, como ocurre en el caso particular de sus padres: “mi madre se llama Elizabeth Mijáilovna Shapiro y mi padre Jacob Osherovich Glantz, en privado, y para sus amigos Lucia y Nucia o Yánkl y Lúcinka, a veces Yasha o Luci; y en Rusia, él Ben Osher, y mamá Liza”.

A Margo Glantz le apasionan la literatura y los animales. Al entrar al mar abierto creado en Doscientas ballenas azules …y… cuatro caballos (1981), los lectores quedamos fascinados por la belleza del espacio iluminado por su palabra en medio de la página. La versatilidad de su prosa posibilita la rememoración del pasado: uno en el que se entremezclan las vivencias del día a día con las imágenes creadas. Es como si las mismas palabras cobraran vida y obedecieran las órdenes dictadas por la autora. Esas revelaciones literarias fragmentadas, conformadas por un mundo de imaginación y realidad, son engarzadas por una pluma que recorre sin cesar el movimiento humano.

En su trayectoria académica, Margo Glantz no ha dejado de laborar con las palabras y las imágenes, porque escribir es un proceso donde se crea otra vida. Dentro de esos espacios fundados por la escritora se escuchan los ruidos y murmullos dejados por las ciudades y los sitios visitados por ella. Hay en su obra toda una geografía política y humana. Su arte es mexicano y universal. Sus manos de mujer sugestivas, melancólicas y diestras dan luz a una prosa con la que recorre y mantiene vivas sus propias memorias humanas, junto con las de sus personajes.

La investigación académica es otra de sus cualidades y se refleja en la manera de estudiar, documentar, evaluar y criticar las obras seleccionadas. Margo es también una especialista en el análisis crítico, sus valorizaciones son muy certeras al escoger las fuentes y documentos teóricos que revitalizan sus argumentos e ideas. No sólo logra escudriñar los textos apoyándose en las teorías literarias del momento, va más allá al proponer nuevas perspectivas sobre las obras estudiadas. Ella se coloca en los primeros sitios de la vanguardia crítico-literaria y sigue aprendiendo a aprehender, a hacer realidad sus proyectos imaginados. Su palabra deja huella. En especial, ella logra desplazar las ideas anquilosadas y alejarse de una crítica masculina dominante que desde siglos cancelaba (y en lo general continúa cancelando) la relevancia de las escritoras en la literatura mexicana. A Margo le encanta recuperar y revivir las glorias de las mujeres talentosas y valientes que le han precedido. Por ejemplo, en su trabajo crítico sobre Sor Juana Inés de la Cruz, “mi caballito de batalla” como ella misma la ha nombrado, se inspira, reflexiona y aprende de la magna autora jerónima.

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Ilustración de Miram Medrez para Doscientas ballenas azules… y cuatro caballos, México, UNAM, 1981. Biblioteca Personal de Carlos Monsiváis, Biblioteca de México.

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Foto de la familia Glantz incluida en Las genealogías, México, Martín Casillas, 1981. Biblioteca Personal de Carlos Monsiváis, Biblioteca de México.

Margo medita sobre las ocultas reacciones y las violentas acciones de los hombres de su época, provocadas por la envidia hacia ese brillo crepuscular e incesante de la pluma de Sor Juana, pero sobre todo analiza la trascendencia de la escritura artística sorjuanina. En cada una de sus numerosas aproximaciones críticas sobre la obra de la Décima Musa, entre las que sobresalen Sor Juana: la comparación y la hipérbole de 1999; Sor Juana Inés de la Cruz. ¿Hagiografía o autobiografía?, de 1995; Sor Juana Inés de la Cruz: saberes y placeres, de 1996, Margo construye una madeja discursiva con sus originales interpretaciones que enaltecen la sapiencia y la rebeldía de esa admirable mujer del siglo XVII. En el ensayo de Margo “La conquista de la escritura”, hay algo muy valioso: es como una historia compartida, un enlace comunicativo entre su propia escritura autobiográfica y la de la celebrada Sor Juana, de quien asegura que: “el obispo de Puebla también le ordenó que escribiera la historia de su vida, para igualarla a las demás monjas a quienes él conminaba a hacerlo. Sor Juana cumplió con gran maestría; el resultado es no un escrito edificante más, sino una autobiografía: se conoce con el nombre de Respuesta a Sor Filotea”.

La calidad de sus últimos trabajos se constata por la vigencia de los temas y las propuestas socioculturales tan acordes a la actualidad de este nuevo milenio. En Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador (2005), resalta la nostalgia por los seres y tiempos perdidos, por el pasado en ella y con ella misma. Este es un texto escrito por una mujer en la que habla de otra que, a la vez, le comenta a la escritora el motivo de los diálogos fragmentados y circulares en donde se juega con la corporalidad de las protagonistas. La escritura nacida de una mujer judeomexicana que habla con y para el mundo es sensacional, bella e impactante. Es un texto cargado de elementos góticos, grotescos y sensualmente eróticos en donde se libera el cuerpo de la mujer. La escritora cuenta y les vuelve a dedicar estas otras historias a sus hijas Alina y Renata, a sus amigas y a sus colegas de profesión, a quienes invita a gozar de la palabra liberada deliberadamente.

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Ilustración de Miram Medrez para Doscientas ballenas azules… y cuatro caballos, México, UNAM, 1981. Biblioteca Personal de Carlos Monsiváis, Biblioteca de México.

Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador es la invitación a propios y extraños a la casa de Margo Glantz, la casa de las letras. Ella invita a leer sus genealogías, su imaginación, su literatura; puesto que aquí se posibilita la inmortalidad para ella y sus hijas. La novela en cuestión es un legado cultural para pervivir en los centros urbanos en los que la mujer pisa y se libera del peso de las ciudades dominadas por los hombres. ¿Cómo se ve ella ante lo caminado, cómo sigue enfrentando el caminar por las ciudades y caminos que cruza? Escuchemos a la voz narrativa del fragmento 10: “Y mis padres eran ya de por sí inferiores (judíos rusos) [¿No lo determinó así Hitler y exterminó a los judíos?]. Mis padres ni siquiera llegaron a América, la verdadera, sino a México, al sur del Río Bravo, donde los habitantes somos despreciables. Si yo hubiera nacido en Nueva York habría estudiado en Cambridge o en Harvard y mi inglés sería impecable, como el de Carlos Fuentes. Insisto, nací aquí al sur del Río Bravo, e insisto en contar la tragedia de una mujer que ama demasiado y alguna vez usó tacones”. En el fragmento citado se reconcentran las demás historias que le dan vida al libro. La escritora habla, por medio de la palabra creativa, de su vida durante la segunda mitad del siglo XX y del nacimiento del nuevo milenio. Se representa como una mujer que se adueña de la palabra para después caminar libre por las calles y caminos de las ciudades del mundo con zapatillas de diseñador; de esta manera, enfrenta sus dolencias corporales y sus dilemas existenciales en el mundo creado dentro de las páginas de un texto memorable.

Para Margo el cuerpo es materia fundamental, ella realza el hecho mismo de ser mujer. Destaca su interés por las historias sobre el cuerpo. En sus textos, la nostalgia es constante y sus preocupaciones por lo pasado y el pasado son vitales. Abundan los fragmentos que retratan la diáspora judía. La violencia es igual a un fantasma que recorre el interior de sus mundos y le viene del presente real: esa persistente violencia de género también se denuncia en sus obras. Esta docta mujer hace de su cuerpo y su escritura un himno a la vida. Rompe con las tradiciones y los órdenes castrantes impuestos por los hombres. Sus historias hablan de los senos, de los pies, del cuerpo de la mujer de manera diferente y personal. Margo rompe tabúes, destruye barreras para hablar de las dolencias y de sus temores con voz propia. Su voz se levanta y engrandece la vida, llena de retos y desafíos que ha logrado vencer. La libertad, al hablar de su sexualidad y de lo acontecido al cuerpo femenino, es plena.

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“Para mi queridísimo Monsi…”, inicia la dedicatoria de Margo Glantz a su amigo Carlos Monsiváis, en un ejemplar de su novela El rastro. Biblioteca Personal de Carlos Monsiváis, Biblioteca de México.

Esta artista de la palabra viva continúa caminando a lo largo de la literatura mexicana por derecho propio y con donaire. Lucen distantes las ocasiones en las que tímidamente asomaba en los círculos dominados por sus maestros y colegas (casi todos hombres) a los que les recompensaría con creces el acervo cultural y literario que hoy la caracteriza. Brillante en sus estudios, magistral en sus cátedras, orgullosa en los honores conferidos, agradecida con sus múltiples premios y muy humana al portar las condecoraciones, ella goza su legado en vida. Margo Glantz lleva las distinciones en justa retribución a su amplia trayectoria literaria, por vivir compartiendo con sus semejantes uno a uno esta literatura en la que lo imaginado también es parte de nuestra propia realidad. A ella le encanta elaborar sus escritos con historias pasadas y presentes como se ha visto; casi siempre dedicándoselos a sus padres, sus hijas y amigas. No olvidemos que ella comparte, por medio de su palabra artística, emociones, pensamientos, sabiduría y amor. Su inquietante voz y pensamiento no han dejado de arrobar a sus lectores y sacudir a la crítica literaria. A sus noventa años, su trabajo intelectual y artístico brilla por méritos propios y la evolución de sus ideas y temas le han permitido ocupar un lugar privilegiado en el canon literario. Margo Glantz sigue haciendo literatura, sigue haciendo historia, la suya.