Emiliano Zapata 1919 - 2019:
La muerte del hombre que hizo nacer una idea


Un hombre, una idea, muchos ecos

José Mariano Leyva
 

La revolución campesina de Emiliano Zapata y el agrarismo constitucionalista

Anna Ribera Carbó
 

El Ejército Libertador del Sur: Motivos de incorporación

Laura Espejel López
 

Las diferentes conmemoraciones de Emiliano Zapata

Salvador Rueda Smithers
 

Mujeres, zapatismo y revolución

Selección de textos por José Mariano Leyva
 

La muerte de Zapata vista por el Ejército Libertador del Sur

Edgar Sáenz
 

Voces... Sonidos... Zapatistas

Ruth Arboleyda
 

Bibliografía

 

Fuentes documentales

 

Créditos

 
 

La muerte de Zapata vista por el Ejército Libertador del Sur

Edgar Sáenz


La figura del general Emiliano Zapata fue tan importante en vida, que su muerte provocaría un estruendo igual de estrepitoso en los sentimientos de los miembros del Ejército Libertador del Sur. La noticia del asesinato de su líder fue muy difícil de asimilar, la reacción entre sus partidarios fue muy diversa: desde la negación de que tal acontecimiento hubiese ocurrido hasta la sensación de estar totalmente desprotegidos a raíz de la ausencia de su protector.
 
De la misma forma el ánimo entre la tropa fue muy distinto al que tenían cuando el Caudillo del Sur se encontraba dirigiendo el movimiento; lo que por mucho tiempo fue entusiasmo y ansia de lucha se desvaneció repentinamente y se transformó en abatimiento.

Los ideales que habían estado persiguiendo se esfumaron junto con la vida del general Emiliano Zapata.



“Emiliano Zapata, derrotado y muerto por tropas del General Pablo González”
El Universal. Diario político de la mañana
Año IV, tomo XI. Núm. 905
México, viernes 11 de abril de 1919
Fondo Reservado



¡No murió Zapata!

Simpatizantes del zapatismo se negaron aceptar que el cadáver acribillado en Chinameca el 10 de abril de 1919 fuera del jefe Zapata. El señor Agapito Pariente estuvo convencido de que fue uno de los compadres de Zapata quien ofreció su vida para salvar al general: “Entró un señor que era su compadre, que se llamaba Joaquín Cortés, de Tepoztlán… [Entró] en lugar de Zapata, como tenía su caricatura de él, y le dio todo, el caballo y todo y se metió a la hacienda”.

El capitán zapatista Margarito Pimentel afirmó también que no fue Zapata quien sucumbió ante las balas en Chinameca, sino que fue su compadre Jesús Delgado, quién se sacrificó por él: “Ese no se murió, porque en Chinameca el que murió fue Jesús Delgado de Tepoztlán. Que él entró a representar a los primeros descargues, Zapata se quedó sentado en la Piedra Encima. Y a los primeros descargues, Zapata se aventó a la barranca, y agarró rumbo a los Copales y allí se encuevó y ya no salió… Vino a los veinte días su compadre de Arabia y lo sacaron”.

El soldado Benjamín Rosales estuvo seguro de que no fue Zapata quien había muerto aquel día de abril: “No murió él, murió su compadre, ¿verdad? Bueno, entonces el que decía que no era Zapata, lo mataban. Y muchos les empezaron a decir que sí era, que era Zapata y muchos empezaron a decir que no era Zapata, y le buscaban el dedo, lo tenía mocho, ¿eh?, sí. Y claro que después como vieron que iban matando a los que decían que, que no era, pus ya todos decían: ‘Sí es, sí es, sí es’. Entonces aquel árabe lo sacó a Emiliano Zapata y se lo llevó a Arabia, y así se fue. Tiene como dos, como dos o tres años que apenas murió”.


Sin Zapata no hay futuro

Una vez que Emiliano Zapata fue asesinado, el arrojo y la seguridad de triunfo que tenían los soldados zapatistas se vieron totalmente fracturados. Las voces de los zapatistas dan cuenta de ello, y del decaimiento moral provocado por la ausencia de su líder. El mayor Ramón Zetina declaró: “Al morir mi general Zapata, pues tuvimos que desmoralizarnos, porque ya no había eco. Ya pues, es como un padre de familia, se muere el papá del hogar y se desbarajusta la familia, así fue. Unos agarramos por un lado y otros por otro, entregamos las armas y nos pusimos a trabajar”.

 


“El cadáver de Emiliano Zapata fue sepultado en Cuatla , ayer a las cinco de la tarde”
El Universal. Diario político de la mañana
Año IV, tomo XI. Núm. 907
México, domingo 13 de abril de 1919
Fondo Reservado



 
El coronel Joaquín Campos, al saber que el movimiento zapatista se había quedado sin su principal dirigente, afirmó: “Bueno, que ya nos había cargado Gestas, ¿qué otra cosa? Sí sentí, pues. Ni sabía yo quién iba quedar al frente de… hasta después se supo. Pero nadie supo nada de eso porque, cuando Obregón bajó para Guerrero, ya se unió la gente toda con Obregón. No, ya no tuvimos más, se quedó aquello en paz; se quedó tranquilo, y nomás pensando en las cosas. Pero ya digo, cuando bajó Obregón, entons jue cuando la voltereta de todos”.

Todos estos sentimientos de desprotección fueron canalizados por el enemigo y poco a poco redujeron la fortaleza del zapatismo. El general José C. Contreras experimentó esta situación, provocada por la muerte de Zapata: “Pues hasta que terminó la Revolución y ya últimamente pus ya se desmayó la gente y ya no, ya le digo: los de Morelos ya no nos ayudaron bien a bien”.

Después de la muerte de Zapata, los ideales del Ejército Libertador del Sur, plasmados en el Plan de Ayala, siguieron siendo la bandera de lucha del movimiento zapatista; sin embargo, es evidente que el asesinato del caudillo provocó desánimo e incluso muchas deserciones en el grupo zapatista: surgieron divisiones entre los jefes por obtener el liderazgo que siempre se había sintetizado en la figura de Emiliano. Su muerte provocó para muchos zapatistas la sensación de orfandad, como un hogar que se queda sin padre de familia.